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La Virgen del Mar |
Nuestra Señora del Mar, Patrona de la ciudad de Santander, es venerada con suma devoción y fe en Cantabria y, en particular, por todos los pueblos y villas del litoral; muchos de los cuales le tienen hecho Voto desde hace siglos. |
Gráficamente la leyenda figuraba en un cuadro antiguo que se conservaba en la ermita, según nos dejó escrito D. Fco. Javier Bustamante en un manuscrito de 1787 y en el que testimonia la existencia una inscripción junto a dicho cuadro, en la que resumidamente se contaba como en el año 1590, unos piratas holandeses robaron la imagen de su Santuario. En su navegación les sobrevino repentinamente una fuerte tempestad, lo que les hizo que era castigo de su sacrílego robo; por lo que optaron por arrojar la imagen al mar frente a las costas de Castro Urdiales. Los vecinos de dicha villa la vieron flotando sobre las aguas, no lejos de una fragata, y balizada por dos antorchas encendidas. A la vista del portento se aprestaron a recogerla y acercarla a la ciudad. Los castreños, con sus autoridades religiosas y civiles la llevaron procesionalmente a Laredo; después, también los laredanos, con igual solemnidad la llevarían a Santander, y los ciudadanos de esta “con mayor obsequio y lucido acompañamiento, la colocaron en su santa casa, admirando éste y otros continuos prodigios y milagros que su Santísima Imagen ha obrado y obra”. Por deterioro del cuadro, quizás del s. XIV, se hicieron otras reproducciones. En la última se puede ver un bajel devorado por el temporal, y próxima a él, aparece la Virgen del Mar, como si, milagrosamente, caminase sobre las aguas. |
La Virgen del Mar desde siglos ha sido objeto de gran devoción y confianza fervorosa de los pescadores y navegantes de Santander y que, ampliando el tiempo se extendió a todos los habitantes de los pueblos marineros de los alrededores, e incluso de fuera de Cantabria, como lo atestiguan las todavía visitas de pescadores de otras regiones, señaladamente de Vizcaya (hasta 1931, existió la costumbre de los pescadores de Ondárroa, Lequeitio y Bermeo de hacer antes de comenzar la costera una peregrinación al Santuario en rogativa para la buena marcha de su pesca; y otra al finalizar la temporada en acción de gracias). |
La ermita exteriormente no tiene aspecto artístico destacable, y si no fuera por su amplio y alto portalón con arco de medio punto y por su espadaña con dos campanas, se podría confundir con un caserón cualquiera. Ha sufrido con el paso del tiempo de varias y sucesivas restauraciones que han ido anexionando a la ermita pequeñas dependencias.
Su interior, de única nave con bóveda de crucería que pertenece a un gótico tardío, se haya divido en tres cuerpos con arcos de medio punto que se sostienen en fuertes y sencillas columnas. Sobre el primer arco descansa el coro. Son retablos barrocos los del altar mayor y de los laterales. La tenue luz que recibe de sus ventanales propician un clima espiritualmente relajante
En el siglo XVIII dos matrimonios alemanes (naturales de Stadiber, obispado de Wibitemberg) con sus respectivos hijos (con un niño uno de ellos y una niña el otro) obtuvieron permiso del obispo de Burgos para establecerse en el Santuario como ermitaños o beatos cuidadores. Llegados a adultos los hijos se casaron entre sí y siguieron en el Santuario ejerciendo la labor de beatos de sus padres. Las sucesivas generaciones (se figuran en el cuadro inferior) descendientes de estos primeros beatos continuaron la tradición viviendo en el Santuario. La última que ejercería el cargo no vivía ya en el Santuario y tampoco era descendiente consanguínea de los primeros beatos alemanes, ya que era hija de segundas nupcias del viudo de Dña. Remigia Fuente Herrera (esta sí descendiente directa). Se llamaba Ramona Soto Prieto y hasta el año 1952 ejerció el cometido de beata. A partir de entonces el cuidado del Santuario ha pasado a los sucesivos párrocos de la iglesia de San Román de la Llanilla. |
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Salvada de la quema En el libro parroquial de la iglesia de San Román de la Llanilla, podemos leer al respecto, el siguiente asiento firmado en fecha de 6 de enero de 1939, por el párroco don Victoriano Fernández: “...al igual que en la iglesia parroquial, en el santuario fueron destruidos y quemados tres altares, el púlpito, coro e imágenes, desapareciendo toda la madera de ellos en una gran hoguera. Las pérdidas han sido calculadas en 10.000 pesetas por el mérito del altar mayor, que era de nogal sobredorado, de estilo churrigueresco. Estuvo ocupada por milicianos durante un año.” |
Los mantos de la Virgen
Son tres, de distinto origen:
1.- Fruto de una visita real: El regalado por la Reina Isabel II, con ocasión de su visita al santuario en 1861 acompañada por San Antonio María Claret. Rezó con gran devoción ante la Virgen. El manto donado esta ricamente bordado de oro. Se confeccionó en Madrid.
2.- El donado por Doña Modesta González Cevallos, natural de San Román, en 1939. Se hizo para cumplimiento de una promesa. Es de color verde, en raso liso.
3.- Uno Blanco de damasco y seda con mezcla de algodón y forrado en rojo. Está bordeado por una fina greca dorada. La tela la donó Fray José Mª Caviá que, devoto de la Virgen, vivió, sin llegar a profesar, un tiempo en Cóbreces como monje trapense. La confección de la tela es obra de Lucinda Torre Torre, de la Congregación de las Hijas de María de San Román.
LA SEÑORA DE LOS PICOSHistoria El culto y festejo de la Virgen de la Salud es bastante reciente. Puede datarse de finales del siglo XIX cuando un joven originario de Pembes marchó a Sevilla a trabajar. Allí advirtió la devoción que se tenía a la Virgen de la Salud, lo que le animó a comprar una hermosa talla de esta advocación mariana y se la envió a amigos de su pueblo. Los de Pembes tuvieron la ocurrencia de albergar la imagen en una ermita que desde hacia siglos se había erigido el puerto de Áliva (en los Picos de Europa, a unos 1.500 metros de altura) en honor a San Pedro Advíncula. A partir de ese momento hay datos que evidencian que se inició en la citada ermita una doble veneración, (Libro "Liébana y los Picos de Europa", publicado en Potes en 1913), la originaria al Santo y la que se inició posteriormente a la Virgen de la Salud, que con el tiempo llegó a ser la devoción principal y ya prácticamente la única a partir de la década de los 30 del siglo pasado, como si cubriera la hasta entonces carencia del municipio de Camaleño de una advocación mariana propia. La institucionalización oficial de esta fiesta se consignó en una de las Ordenanzas del Puerto de Áliva de 1966, En ella se fijó la fecha de su celebración en el día 2 de julio de cada año (día de la celebración litúrgica de la Visitación e la Vírgen a su prima Isabel). La imagen es una talla de moderna factura que presenta a la Vírgen en pie sobre ángeles, llevando al Niño Jesús sobre su brazo derecho. La Ermita La ermita como ya hemos dicho es mucho más antigua que la imagen virginal que ha acabado por albergar. Su origen se puede retrotraer al siglo XVII cuando servía para honrar a San Pedro Ad Víncula todos los primeros de agosto. Se trata de una construcción de muy modestas dimensiones, de estilo indefinible con un techo abovevado de forma redondeada peculiar no exactamente semicircular, sostenido en dos muros laterales, formando un habitáculo que se extiende entre las paredes de piedra más altas que constituyen por un lado la que se abre a una amplia puerta de entradra enrejada y la contraria sobre la que sobresale una espadaña casi triangular con punta redondeada en la que se abre una luz para una campana y que se remata con una cruz maciza pero de escasa altura. Las luces de las paredes laterales son también diminutas. La pequeña edificación está en la actualidad rodeada con una vallas de piedra entre pilares intermitentes entre los que se extienden verjas de hierro y con una portilla de acceso frontal a la puerta de la ermita. Su estado de conservación parece muy bueno. Se encuentra situada en los puertos de Áliva, en el macizo Central de los Picos de Europa en las faldas de Peña Vieja (2.613 mts), en zona de praderías compartidas por todos los pueblos del Ayuntamiento de Camaleño,. A la ermita se puede acceder desde el pueblo de Espinama a través de una pista (antigua senda que utilizan todavía hoy los ganaderos de la zona para llevar sus vacas hasta los pastos altos de Aliva) o a través del cable, el Teleférico de Fuente Dé. También existen otros caminos, como el que parte del pueblo de Pembes. Si se accede desde Espinama, se pasa por los invernales de Igüedri, un conjunto de invernales de piedra, donde los pastores resguardaban el ganado. Alguno de ellos ahora están rehabilitados y convertidos en pequeñas cabañas de montaña. A los pastos de Aliva se accede a través de “Las Portillas”, que cierran el puerto para retener el ganado aprovechando un estrecho paso natural formado entre dos grandes rocas calizas. Aliva es la gala de los Picos lebaniegos, mancomunidad de nueve pueblos del valle de Camaleño, con varios miles de hectáreas de formidables pastos. Un viejo boticario de Potes aseguraba que el ganado aquí alimentado tenía virtudes nutrientes extraordinarias, tanto es así que intentó concentrar en un específico farmacéutico. La forma más habitual de acceder a Aliva de los visitantes es a través del teleférico de Fuente Dé. Desde la estación del cable hay una senda a través de la que se accede al “Refugio de montaña José Antonio Odriozola” (nombre de un magnífico montañero lebaniego), que actualmente es un hotel gerenciado por la empresa de turismo del Gobierno de Cantabria, CANTUR. Primera construcción y reformas posteriores Parece que desde tiempo inmemorial existió por la zona un culto a San Pedro Ad Víncula que se llevó a cabo en humildes y precarias construcciones de las que no queda constancia cierta. En el año 1647 en las Ordenanzas del Puerto de Áliva aparece la primera mención a la ermita. En ella se ordena su construcción en su actual emplazamiento al maestro cantero, Mateo de Villa. Los vecinos colaboraron en la obra que costeó el municipio. Se disponía que las penas por incumplimiento de las ordenanzas se emplaría en la reparación periódica de la ermita. El 25 de Septiembre de 1653 se da poder a Miguel de Estrada, Regidor General del Valle, vecino de Espinama, entre otras cosas, «para que haga hacer una imagen del Señor San Pedro y dorarla y ponerla en la ermita del puerto de Áliva y poner cerradura en dicha ermita y tejarla y todo lo demás que sea necesario a la misma». En el capítulo 26 de las Ordenanzas de 1769 se dice: «Otrosi ordenaron y mandaron que aquí en adelante el procurador que es o lo fuese de este dicho valle tenga la obligación a reparar a dicha ermita de todo lo necesario para su conservación en el tiempo que fuese tal procurador por cuenta de este valle, y por su negligencia no lo hiciese en el tiempo que le corresponde como a tal procurador quede responsable a hacerlo de su cuenta, y pagar los daños». La dureza de los inviernos en aquellas altitudes explica el énfasis puesto en su conservación y justifica también la necesidad periódica de sustituir la construcción existente por otra nueva, como sucedió en 1851. En esta sustitución la ermita llega a alcanzar superficie de unos 60 metros cuadrados (10 por 6 metros); en su presbiterio tenía un sencillo retablo donde se hallaba la imagen de San Pedro y a la entrada de la ermita había un pequeño espacio para cobijarse los pastores y transeúntes del puerto los días de tormenta, separado por una verja de la parte principal. En el siglo XIX el vecino de Camaleño, Dn. Emiliano Celis incitó a un nuevo arreglo de la ermita que ya sentían los vecinos. El Ayuntamiento de Camaleño, que presidía Dn. Eduardo García Llorente, aprobó la iniciativa y en una sesión de la Corporación Municipal, los Concejales acordaron citar a los Presidentes de todos los pueblos para invitarles a colaborar en las obras. Sin discusión alguna cada pueblo adoptó el compromiso de colaborar en una labor específica o en el aporte de determinados materiales. En el año de 1945 comenzaron las obras y en 1946, el día dos de Julio para la fiesta se inauguró. Recientemente también ha sido rehabilitada por lo que su conservación actual es espléndida. LA FIESTA Como ya se ha dicho, originariamente sólo se festejaba a San Pedro Ad Vícula el 1 de agosto de cada año. Luego vino la instauración de la fiesta a la Virgen de la Salud, en la fecha del 2 de julio que coexistió hasta el inicio del siglo XX con la anterior, pero más tarde, la llegó a sustituir completamente, de forma que de 1915-1920 solo celebraban la fiesta del Santo los vecinos de Espinama. Después ya solo se celebró por todos la fiesta del 2 de julio. Para dar una idea de cómo la nueva advocación arraigó se considerará a continuación lo referido por el periódico comarcal "La Voz de Liébana"para las celebraciones de los años 1913, 1915 y 1916. En todos esos años, la concurrencia fue masiva, y ello pese a que, en algún caso, se advierte de la "competencia" de algún acto religioso especial en Santo Toribio o de ser el primer gran día de sol desde mayo, con lo que ello suponía de poder adelantar las atrasadas faenas de la hierba. Como ya hemos indicado acudía gente de muy variados sitios de Liébana y zonas aledañas. Se cita expresamente, aparte de la asistencia de casi todo el pueblo de Espinama, la de gentes de Pembes, Mogrovejo, Cosgaya, Turieno, Argüébanes, Potes, Toranzo, Armaño, Piedras Luengas, etc. También acudían de los pueblos limítrofes de Asturias (Sotres, Bulnes y Tielve), como se observa en este párrafo de la edición de 1913: «Antes era bastante frecuente que en esta romería hubiera riñas y palos entre los de Sotres y los de Liébana. Afortunadamente hace ya años que no se origina ninguna disputa ni se provoca una riña». Probablemente las discordias tuvieran su origen en el deslinde de los pastos de unos y otros en Áliva. La asistencia la completaban, de un modo destacado, los indianos. En un momento como aquel, en que la emigración estaba a la orden del día en Espinama y todos aquellos pueblos, los que se iban, no dejaban pasar la oportunidad que cualquier retorno les proporcionaba, de acudir a la romería de Áliva, máxime siendo, como lo eran casi todos, jóvenes. Eugenio Briz, Urbano de Benito, Eleuterio Celis, José Bulnes, Crescencia Llorente... son algunos de esos indianos que, retornados aunque fuera sólo por unos meses, no se perdieron la fiesta de la Salud. El día festivo en sí, comenzaba a las siete de la mañana (téngase presente que el horario entonces coincidía con el solar, no como ahora) cuando estaban ya instalados junto a la ermita los vendedores de dulces y refrescos. Los miles de peregrinos lebaniegos, asturianos y emigrantes de Camaleño repartidos por el mundo acuden a pie, a caballo o en coche todo terreno a lo más alto de los Picos de Europa a cumplir la tradición de venerar a la Virgen de la Salud. Muchos de elllos llegan luciendo «vistosísimos trajes». Después, unos años a las diez y otros a las once, se celebra la misa. La intención de la misma es por la salud espiritual del valle y su prosperidad material. El celebrante, en principio, debía ser el párroco de Pembes, «encargado de aquel santuario», a la sazón don Olegario Fernández, aunque excepcionalmente podía ser otro, como sucedió en 1913 en que lo fue el párroco de Baró, D. Martín González Alles. Durante la Misa, el coro estaba constituido por los vecinos de Pembes, de quienes se nos dice en 1915 que en la primera parte estuvieron regular para terminar bastante bien entonados, y en 1916 que se vio «reforzado con algunos valiosos elementos de la [Parroquia] de Espinama». La Misa se seguía con gran recogimiento, si bien por la «estrechez del local», con alguna incomodidad. Tras la Misa, cuya duración podía llegar a la hora y diez minutos, la fiesta continua con la comida campestre. Formados los corros en Campomayor, se da buena cuenta del vino y los manjares que se han llevado para la ocasión, «sin más interrupción que el armonioso cántico de unos setenta burros que se contestaban alternativamente». En la sobremesa (en torno a las dos de la tarde), se procede al rezo del Rosario, tras el cual se realiza la procesión de la Virgen alrededor de su ermita, cantándose numerosas salves y la letanía auretana. En 1916, se señala que el ecónomo de Llaves y Vallejo acompaña, en este acto, al párroco de Pembes. su imagen. En la procesión, la imagen era paseada con solemnidad a hombros de sus fieles, enseñoreándola del entorno. Hubiera frío o calor, sol o lluvia, viento o calma, la procesión no se suspendía. Finalizaba ésta con el rezo de la Salve y los peregrinos se acercaban a alabarla "durante largo rato". Todo ello con la esperanza de su intercesión para obtener gracias y favores de salud. La Virgen, con ello, se entronizaba en los corazones de quienes tan devotamente la veneraban. Tras la parte religiosa viene la celebración meramente lúdica con otros espectáculos que amenizan la fiesta. Se inician con el baile, que tiene lugar en la parte llana del Campo, a los sones de la pandereta y las castañuelas. En el mismo toman parte muchas y buenas parejas, destacando la presencia de «las Asturianas», «con sus trajes típicos y su peculiar gracia y desenvoltura en los acompañados movimientos», que llaman la atención de más de uno. Otro aliciente lo daban las carreras de caballos y, sobre todo, la «corrida de la rosca». En la carrera de la rosca toma parte «lo más aristocrático que había en la romería» y se se señalaba: «se formó un corro de unos 150 metros por cuatro de fondo próximamente, trecho que habían de correr los que se disputaban el ramo». Ramón González, Leopoldo Salceda Encinas (de Lomeña), Marcelino González (de Villapadierna, León) fueron algunos de los ganadores de estos años. Entre los espinamenses, Felipe Pellicer destacaba, al menos en 1916. Corrida la rosca, el baile se reanudaba hasta más o menos tarde, según la situación meteorológica lo aconsejara. En 1916, en que el fuerte viento, la niebla y, finalmente, el agua, que cayó a última hora, reinaron, a las tres se dió por concluido el baile que, si no, a buen seguro hubiera durado algo más. Concluido el baile, «el desfile se hizo general». Todos los actos están amenizados con música popular. Al atardecer también se celebraba una animada romería y verbena en el pueblo de Espinama. El regreso tenía un alto a la salida del Puerto, donde eran muchos los que se dedicaban a merendar, acabando con lo que quedaba en las mermadas alforjas. Era ocasión, además, para que reaparecieran los sones de las panderetas y las castañuelas, entre quienes deseaban prolongar la fiesta. Como resumen de lo que era la fiesta de la Salud por aquellos años puede decirse lo que decía "La Voz de Liébana" en 1916: una «fiesta honesta, alegre y concurrida». LA FIESTA, HOY Aunque el núcleo fundamental de la fiesta sigue girando alrededor de los mismos actos (misa, procesión, comida campestre, la "rosca"), la subida a Áliva ya muy pocos la hacen a pie y los que la hacen, han de hacer frente a la constante subida de vehículos y al polvo que éstos levantan a su paso. Por ello, la mayor parte de los que quien quieren ir andando buscan itinerarios alternativos (subida en teleférico y bajada desde el Cable, subida por la falda de Valdecoro). La fiesta ha sido declarada de "Interés Turístico Regional" en 1998. Esta es la oración que se recoge en la parte posterior de la estampa de la Virgen de la Salud: A LA VIRGEN Hoy la verbena de conclusión de la fiesta se celebra en Espinama. |
La fiesta de la Virgen de Valmayor se celebra el día 15 de agosto y nueve días antes se baja a la imagen en procesión a la iglesia de Potes. El 15 de agosto hay procesión a la ermita, misa y romería popular. Al atardecer hay merienda en el prado de La Tejera y verbena en la villa de Potes |
Patrona del valle de Aras.
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"Está también el problema de la imagen mariana que posee la iglesia parroquial, cuya historia, mezclada con la leyenda, da pie a varias cuestiones interesantes. Por una parte se dice que la imagen apareció en la ría subiendo en un barco sin tripulación; por otra, que la trajo un caballero que regresó de las Navas de Tolosa, coincidiendo con una copla tradicional, que dice: «La Virgen de la Merced Dado que el origen de la advocación de Nuestra Señora de la Merced remonta al siglo XIII, aunque no es anterior a 1212 -año de la batalla de las Navas de Tolosa-, María del Carmen González Echegaray opina que sea muy probable que fuera «Don Rodrigo Ximénez de Rada, Arzobispo de Toledo, quien trajera a tierras de Rada la imagen, a su regreso de la batalla de Las Navas». Otra posibilidad es que la hubiera traído el Almirante Rada, mandatario de las Armadas de Indias. En el caso de que se comprobara la certeza de la opinión de M. C. González Echegaray, podría entonces apuntarse algún tipo de relación entre las casas solares de Rada (Navarra) y ésta cántabra, cosa que hasta el momento no parece probable a juzgar por la heráldica" |
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