Me gustaría saber cuántos de los emigrantes de otras religiones que la Iglesia Católica europea ha asistido y ayudado legal y económicamente, han recibido una ayuda espiritual tendente a llevarles a la fe cristiana.

Me temo que para muchos cristianos no existe más caridad que la material y que la caridad espiritual de ofrecer nuestra fe a los emigrantes es algo que se puede descuidar con toda tranquilidad de conciencia.

Pero ¿es que podemos pensar que Jesús habría sido más caritativo, si desechando la predicación del Sermón de la montaña, se hubiera dedicado tan sólo a sanar y a curar a los enfermos? Incluso hoy puedo pensar que algunos miembros de la Iglesia deben considerar deshonesto, mezclar la caridad material con la espiritual. Quizá puedan decir que nos prevalemos de su situación de necesidad para forzar su adhesión a nuestra fe. Me gustaría convencer que tal pensar es erróneo. Tendría algún fundamento, si vendiéramos la ayuda material que les damos a cambio de su conversión. Pero es que les podemos dar esa ayuda material sin pedirles nada a cambio y además ofrecerles nuestra fe, para que la acepten libremente. Y si la rechazan que sepan que no va a haber ninguna represalia por nuestra parte. Nuestro Maestro obró siempre así; nosotros, que aspiramos a ser sus discípulos debemos obrar del mismo modo. ¿No recordamos la curación del paralítico, que fue introducido por el tejado, en la casa donde se encontraba para que fuera curado? Jesús no se limitó a su curación material, le ofreció a la vez una curación espiritual, cuando le dijo, tus pecados te son perdonados.

También creo advertir otra objeción que plantearán los obsesos del multiculturalismo y de esa clase de ecumenismo que a fuerza de creer válidas todas las opciones religiosas ha dejado de creer que hay algo seguro sobre Dios y que, en una palabra, exista la Verdad con mayúscula. A fuerza de creer que la salvación viene de cualquier religión dejan de creer en la suya propia. Son éstos falsos cristianos, que quizá creen fanáticas las palabras de Cristo, cuando dice cosas como las de que quién no está conmigo está contra mí, y quién no está conmigo desparrama, o aquello otro de sin mí nada podéis. Y nosotros que nos creemos cristianos, ¿podemos pensar que debemos dejar que los emigrantes sigan desparramando sin Cristo, y siendo impotentes sin Él?. Pero, ¿eso es verdadera Caridad? Lo dudo. O más bien estoy seguro de todo lo contrario.

Además, hemos de tener en cuenta, que los emigrantes que hoy vienen a nuestras tierras europeas, provienen muy principalmente de países de religión musulmana. En ellos nunca ha habido posibilidad de predicación por la fuerza coactiva que esos estados teocráticos en sus leyes y costumbres han impuesto a sus poblaciones. Hoy, con su llegada a una Europa con libertad religiosa tienen la oportunidad, que nunca hasta ahora han tenido de conocer a Jesús. ¿Vamos a ser tan negligentes de quitarles esa oportunidad que Dios les brinda? Ojalá, las jerarquías y las instituciones de la Iglesia Católica respondamos que no. Es un deber que Dios Hijo nos impuso, porque Él también quiere que su Iglesia convierta a los musulmanes..

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