Caminante Wanderer

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    La semana pasada se publicó en Youtube una entrevista al obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla. Pasa por ser un obispo conservador; un prelado moderado y bienpensante, alejado de la medianía progresista de sus colegas. Probablemente sea así; no lo conozco lo suficiente y tengo buenos amigos españoles que sí lo conocen. Pero lo cortés no quita lo valiente, y hay que decir que en los minutos que dedica Mons. Munilla a responder la pregunta del periodista sobre la misa tradicional da muestra de una sorprendente ignorancia y, me animaría a decir, de una riesgosa imprudenciaque lo impulsa a afirmar lo que no sólo lo que no está probado sino lo que simplemente es mentira. Veamos:


    1. “La misa tradicional fue aprobada por el Papa Benedicto XVI para conformar a ciertos grupos que se habían alejado de la Iglesia y para destacar el aspecto sacrificial que tiene la misa”. FALSO.

    Joseph Ratzinger, siendo todavía sacerdote, fue un acérrimo defensor de la permanencia de la misa tradicional en la Iglesia, a punto tal que, cuando fue elegido arzobispo de Munich en 1977, muchos sacerdotes de la arquidiócesis obstaculizaron su ingreso en la catedral el día de la toma de posesión justamente porque rechazaban la defensa de la misa de su nuevo obispo. Pero no se trató sólo de este hecho anecdótico. A lo largo de toda su vida, y mucho antes de la aparición de “ciertos grupos alejados de la Iglesia”, Ratzinger se manifestó crítico del novus ordo y defensor del vetus. Por ejemplo, en 1976 —siendo aún sacerdote—, escribía lo siguiente:

    El problema del nuevo Misal radica en el abandono de un proceso histórico que siempre fue continuo, antes y después de San Pío V, y en la creación de un libro completamente nuevo, aunque compilado con material antiguo, cuya publicación fue acompañada de una prohibición de todo lo que le precedió, lo cual, por lo demás, es inaudito en la historia tanto del derecho como de la liturgia. Y puedo afirmar con certeza, basándome en mi conocimiento de los debates conciliares y en la lectura reiterada de los discursos de los Padres conciliares, que esto no se corresponde con las intenciones del Concilio Vaticano II. (Wolfgang Waldstein, «Zum motuproprio Summorum Pontificum», en Una Voce Korrespondenz 38/3 [2008], 201-214)

    Y treinta años después, siendo Papa, escribió:

    En la historia de la liturgia hay crecimiento y progreso, pero no ruptura. Lo que las generaciones anteriores consideraban sagrado, sigue siendo sagrado y grandioso también para nosotros, y no puede ser de repente totalmente prohibido o incluso considerado perjudicial. A todos nos incumbe preservar las riquezas que se han desarrollado en la fe y en la oración de la Iglesia, y darles el lugar que les corresponde. (Carta Apostólicaque acompañó a Summorum Pontificum).

    A lo largo de esos treinta años, y después también, pueden citarse decenas de intervenciones por el estilo (recopiladas en este sitio), y en todas ellas se muestra que la voluntad de Benedicto XVI fue exactamente la contraria a la que postula Mons. Munilla:no hay mención alguna a los grupos disidentes y no hay mención alguna a una mayor evidencia del aspecto sacrificial de la misa tradicional. Hay algo mucho más profundo y metafísico que el obispo de Alicante no conoce, o es incapaz de ver. 


    2. “Joseph Ratzinger nunca celebró públicamente después del Concilio la misa tradicional”. FALSO

    El cardenal Ratzinger celebró en numerosas ocasiones la misa tradicional públicamente, con pompa y circunstancia. Aquí propongo sólo algunos ejemplos de los muchos que se pueden encontrar en la web:

    Misa solemne en el seminario de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro (1995).
    (Más fotos pueden verse
    aquí)




    Misa solemne en una parroquia de Weimer, en 1989 y 1999 (aquí yaquí)

    Misa en el monasterio de Le Barroux en 1995 (aquí)


     3. “No es obvio que en la intencionalidad de Benedicto XVI estuviera que la liturgia tradicional pudiera ser celebrada de modo ordinario”. FALSO

    Esa intencionalidad es obvia para cualquiera que lee el motu proprio Summorum Pontificum, en el que el Papa Benedicto “libera” la misa tradicional a fin de que pueda ser celebrada de modo ordinario, es decir, diario, por cualquier sacerdote y en cualquier iglesia. Las únicas restricciones que pone son las mismas que tiene la celebración de la misa de Pablo VI: acuerdo para los días y horarios con el rector de la Iglesia. Por ejemplo:

    Art. 2.- En las Misas celebradas sin el pueblo, todo sacerdote católico de rito latino, tanto secular como religioso, puede utilizar tanto el Misal Romano editado por el beato Papa Juan XXIII en 1962 como el Misal Romano promulgado por el Papa Pablo VI en 1970, en cualquier día, […]

    Art. 5 § 2. La celebración [con asistencia de fieles] según el Misal del beato Juan XXIII puede tener lugar en día ferial; los domingos y las festividades puede haber también una celebración de ese tipo.


    4. “Es un error decir que el Vaticano II empobreció la liturgia”. FALSO.

    Evidentemente, aquí entran en juego diversas opiniones, pero Mons. Munilla se está refiriendo a la enseñanza del Papa Benedicto XVI. Los ejemplos sobre la opinión del pontífice acerca del empobrecimiento de la liturgia posconciliar son múltiples y pueden ser corroborados en el enlace anterior. Pongo un solo ejemplo:

    La reforma litúrgica, en su ejecución concreta, se ha alejado cada vez más de este origen [en el mejor del Movimiento Litúrgico]. El resultado no ha sido la revitalización sino la devastación.... En lugar de la liturgia que se había desarrollado, se ha puesto una liturgia que se ha hecho. (Commentary in Simandron—Der Wachklopfer. Gedenkschrift für Klaus Gamber (1919-1989), ed. Wilhelm Nyssen [Cologne: Luthe-Verlag, 1989], 13–15, citado in Theologisches, 20.2 (Feb. 1990), 103–4)


    5. “Nos olvidamos lo que dice el adagio lex orandi, lex credendi”. FALSO

    En primer lugar, la expresión aludida no es un adagio, ni un refrán, sino que es un principio que posee carácter dogmático y normativo, refrendado por la Tradición explicitada en los Padres de la Iglesia (San Agustín y Próspero de Aquitania, por ejemplo) y en el Magisterio.

    En segundo lugar, el Papa Benedicto XVI dice en el comienzo mismo de Summorum Pontificum:

    Art. 1.- El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la «Lex orandi» («Ley de la oración»), de la Iglesia católica de rito latino. No obstante, el Misal Romano promulgado por san Pío V, y nuevamente por el beato Juan XXIII, debe considerarse como expresión extraordinaria de la misma «Lex orandi» y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la «Lex orandi» de la Iglesia en modo alguno inducen a una división de la «Lex credendi» («Ley de la fe») de la Iglesia; en efecto, son dos usos del único rito romano. 


    6. “Si hubiera en el seno de la Iglesia comunidades que celebran diferentes ritos litúrgicos, eso iría en detrimento de la unidad”. ESCANDALOSAMENTE FALSO

    En la iglesia católica hay muchos ritos (romano, bizantino, copto, etíope, maronita, armenio, sirio malabar, caldeo, sirio malankar) y jamás a nadie se le ocurrió decir que esta diversidad era un obstáculo para la unidad y, consecuentemente, habría que suprimirlos. Más aún, dentro del mismo rito romano hay otros ritos. A pocos kilómetros de la residencia de Mons. Munilla se celebra el rito mozárabe, por ejemplo.     Se trata de un disparate que en el que no es necesario detenerse demasiado.


    7. “No sería prudente que todos los domingos se asista a la misa tradicional”. FALSO

    En primer lugar, el motu propriodel Papa Benedicto tendía a que en todas las parroquias se celebraran los dos ritos, y los fieles fueran libremente a uno u otro, según les apeteciera. Y eso ocurrió y ocurre todavía en varios sitios. Y no genera división, ni peleas ni desencuentros. Pareciera que Mons. Munilla cae en una actitud rígida y clerical queriendo imponer a los fieles dónde, cómo y cuándo deben asistir a la Santa Misa.

    Y en segundo lugar, porque nunca la Iglesia dijo, por ejemplo, en Milán: “No es prudente que los fieles vayan todos los domingos a misa en rito ambrosiano, sino que deben asistir también al rito romano”. Un disparate.


    Total que, refutando el título del video publicado (“¿Qué piensa de la Misa Tradicional? - Munilla lo tiene claro”),hay que decir que Munilla no lo tiene para nada claro. La evidencia documental que he mostrado lleva a la conclusión que, o bien Mons. Munilla no leyóSummorum Pontificum o, si lo leyó, no lo entendió: y si lo leyó y lo entendió, lo olvidó. Y se concluye también que el obispo de Alicante, en ocasiones al menos, habla sin saber. Cualquiera sea el caso, es muy preocupante que un obispo considerado faro del pensamiento conservador en España, sea tan débil en sus conocimientos y argumentaciones.

            Al obispo mártir San Dionisio lo decapitaron en París los esbirros del emperador Decio en el siglo III, y por eso se lo representa descabezado y con la testa en sus manos.Hay otros obispos, en cambio, que sin ser mártires, también perdieron la sesera, y nadie sabe dónde la han dejado. 


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    Jorge Ferro, nuestro amigo entrañable e inolvidable, se durmió en el Señor el 10 de marzo de 2024. Hoy se cumple el primer año de su partida, y su recuerdo sigue intacto en todos los que lo conocimos y apreciamos. Y sigue intacto en las páginas de este blog, que tanto le deben.

    Los invito a elevar una plegaria por el descanso eterno de su alma y a leer este in memoriam, publicado por sus colegas del CONICET, que retrata a nuestro querido Felón, el “Anónimo Normando”, desde otra perspectiva. 

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    Francisco se muere. Irremediablemente. Podrán decirnos los partes diarios que emite la vocereía vaticana que durmió toda la noche como un angelito, que luego se levantó, rezó en la capilla, se sentó en un sofá donde desayunó café con leche y medialunas, leyó los diarios, escribió varios documentos y discursos y recibió a un par de cardenales. A este paso, no sería raro que nos dijeran que jugó una partida de bridge con una monja, el cardenal Fernández y Miss Marple. Como bien repite con frecuencia Specola, los personajes que se encargan de la comunicación de la Santa Sede son de los más simplotes y elementales, y suponen que la gente es idiota.

        Bajo estas circunstancias, entonces, es lo más normal del mundo que la Iglesia se encuentre en situación de pre-cónclave y que, consecuentemente, las quinielas de nombres de candidatos a ocupar el puesto que dejará libre Bergoglio se meneen en medios de prensa, en blogs y en trattorias romanas. Pero todos sabemos que no son más que eso: quinielas, suposiciones, cálculos, predicciones. No más que eso. Y esto es así porque el nombre del futuro Papa depende de la voluntad de 137 cardenales, y nadie sabe cómo se coordinarán esas voluntades. Y en este punto hay que ser muy claro: al Papa no lo elige el Espíritu Santo sino que lo eligen los cardenales. Ya verá luego el Paráclito cómo se las arregla para iluminar al que le pusieron debajo, pero lo que es seguro es que Él no lo elige. 

        Y como es época de predicciones y apuestas, me sumo también a los apostadores. Y junto a afirmar que no sé quién será el próximo Papa, sé en cambio quién o quiénes no serán los próximos Papas. No será elegido ningún cardenal latinoamericano ni tampoco ninguno que venga de las periferias. Bastante mal y bastante caro le salió a la Iglesia el divertimento de los purpurados que en 2013 quisieron experimentar con un hombre del fin del mundo. Por tanto, el cardenal Tagle, aunque los medios progres lo consideren papabile, no tiene la menor chance. Y no la tienen tampoco ninguno de los exóticos ejemplares a los que Bergoglio vistió de colorado. El que se quemó con leche, ve una vaca y llora, dice el refranero hispanoamericano. 

        Quedan entonces en carrera los cardenales norteamericanos y europeos. Si miramos a los canadienses, un buen candidato sería Francis Leo, arzobispo de Toronto. Posee todas las cualificaciones necesarias para ser elegido y seguramente sería mirado muy de cerca por sus colegas si no fuera por su juventud: tiene apenas 53 años, y nadie se arriesgaría a tener en el solio petrino a una misma persona durante cuarenta años. En cambio, el cardenal Lacroix, arzobispo de Quebec, y al que muchos ven como papabili carga consigo una acusación de abuso sexual que, aunque fue desestimada, lo obligó a dejar su cargo durante seis meses, y no están las cosas para andar jugando con fuego.

            Y creo que no vale la pena considerar a los cardenales de Estados Unidos. Hay perfiles que se ajustan en un sector o en otro, como Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, o el cardenal Blase Cupich, de Chicago, pero el Sacro Colegio no elegirá a un cardenal americano en circunstancias en las que Donald Trump ha asumido un rol tan protagónico y disruptivo en todo el mundo. No les interesará que la Iglesia quede como complemento del caudillo. Más de uno temería que, como hizo León III con Carlomagno, lo corone emperador de un nuevo sacro imperio romano-americano. 

        En mi opinión entonces, el próximo Papa será necesariamente europeo. Y aunque esto es decir algo, no es decir mucho, pues hay que pensar qué condiciones debe reunir para enfrentar el estado catastrófico que deja Bergoglio a la Iglesia (los peronistas sólo saben ruinas cuando dejan el poder), y esto más allá de su tendencia doctrinal. En primer lugar, debe ser un hombre de orden y unidad, es decir, que sea capaz de ordenar el enorme desaguisado que encontrará en muchos niveles. Y el primero de todos, y no sólo por necesidad sobrenatural sino también por necesidad política, es lograr la unidad en la fe. En la actualidad, ser católico tiene las prerrogativas del ser: se dice de muchas maneras, y este estado de confusión ha sido buscado y querido por Francisco. Pero resulta imposible continuar por el mismo camino. El próximo pontífice, sea del bando que sea, deberá tender a clarificar la fe católica. No me parece que sea algo que pueda hacerse de modo abrupto ni de un día para otro, pero resulta imprescindible, si se quiere que la Iglesia continúe existiendo, que se retorne a una doctrina común, a que todos asintamos al mismo Credo y se dejen de lado las veleidades doctrinales. 

        Por eso mismo, deberá ser un hombre de personalidad fuerte y decidida, que no tema hacer en los primeros días de su pontificado lo que deba hacer. No creo que sea un della Chiesa, o un Montini, o un Ratzinger. Si lo que dijimos en el párrafo anterior tiene algún sentido, una de las primeras cosas que deberá hacer el próximo Papa será poner de patitas en la calle a varios paniaguados de la Curia, sobre todo los que no vienen “de la escuela”, que son difíciles de tocar, empezando por el cardenal Tucho Fernández, responsable en buena medida del desbarajuste actual.

        ¿Será el próximo Papa un bergogliano? El bergoglianismo, como hemos dicho, expirará junto con Bergoglio. En todo caso, podríamos hablar de cardenales bergoglianos lato sensu, lo que en otras palabras sería hablar de “cardenales progresistas”. Luis Badilla, un respetado conocedor del Vaticano, incluye varios nombres dentro de este sector en un artículo reproducido por Missa in Latino. Me parece demasiado generoso. Nunca será elegido otro jesuita, por lo que Hollerich está descartado; Marengo es muy joven (50 años), como también Pizzaballa (59), y Omella demasiado viejo (casi 80 años); Tolentino de Mendonca desangelado y demasiado intelectual y Arborelius demasiado exótico, pues Suecia entra, para la Iglesia, dentro de esa categoría. De ese listado quedan Pietro Parolin, Secretario de Estado; Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, y Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella.

        Pietro Parolinsería un buen candidato, pero creo que está ya demasiado remanido y fácilmente y con razón pueden adjudicársele a él los errores colosales de Bergoglio. No me parece que sea una opción aunque sí puede es un buen y poderoso king maker, y en esa función no me extrañaría que orientara los votos que le responden al cardenal Claudio Gurgerottipertenecientes ambos a la cordata del cardenal difunto Silvestrini.

        Matteo Zuppi, aunque no tiene el physique du rol, sería el candidato ideal del progresismo y, curiosamente, también de muchos círculos tradicionalistas, porque es un liberal coherente: con él sí habría lugar en la Iglesia para todos, todos, todos, y no para los todos secundum quid de Bergoglio. Pero quizás sea justamente eso lo que le bloquee el camino: su progresismo desembozado y, consecuentemente, antitrumpismo, propio de la comunidad de Sant’Egidio a la que pertenece. En las circunstancias actuales del mundo, el Sacro Colegio no elegirá a un abierto enemigo de Trump.

        En los últimos días han comenzado a circular rumores que circulan que Francisco, o quien sostiene su mano, antes de morir firmaría una reforma de las reglas del cónclave estableciendo que para ser elegido Papa es suficiente alcanzar la mayoría absoluta de los votos. No parece probable porque eso sería romper con un tradicion de setecientos años, cosa que no le importaría a Bergoglio, pero sí creo que le importaría que cuando un Papa, Gregorio XI en 1378 estableció esa medida, provocó en la elección de su sucesor el Cisma de Occidente, y no sería nada raro que en esta ocasión ocurriera lo mismo. Sin embargo, el sólo de que ese rumor corra significa que los bergoglianos, o los progresistas, están preocupados y nada seguros con que el próximo pontífice de Roma sea uno de ellos.

        El grupo de los abiertamente no bergoglianos creo que no tienen posibilidad alguna de ser elegidos. A no ser que un terremoto hiciera temblar los cimientos de la Sixtina y que, aterrorizados, los cardenales se decidieran por un candidato claramente católico, no veo que sea posible. Lo que sí pueden hacer, y sin duda harán, será formar junto a los conservadores lato sensu un tercio de bloqueo que fuerce, luego de varios días de intentos, la elección de un candidato de compromiso. Y uno e ellos puede ser el húngaro Péter Erdö o el holandés Willem Eijk, o algún otro que surga inesperadamente como el fue el caso de Wojtyla, que zanjó la disputa entre Siri y Benelli.

        Si las cosas son así, podemos adoptar estas claves para asistir al cónclave por televisión. Si la fumata bianca aparece pronto, es decir, luego de cuatro o cinco votaciones, encomendémonos a Dios, porque no creo que sea una buena señal. Una elección, en las circunstancias actuales, en tan poco tiempo, significaría que el tercio de bloqueo no funcionó y que fue elegido un cardenal con alta intensidad de bergoglianismo en sangre. Si dura más de tres días, sería una muy buena señal.


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    Finalmente, los censores de Blogger decidieron hacer bien su trabajo y dejaron sin efecto la denuncia presentada por ¿el episcopado argentino? contra mi blog. Caminante Wanderer está nuevamente en línea.

    A raíz del bloqueo del blogg, había iniciado un nuevo blog: Wanderer. Seguiré publicando en ambos blogs cada una de las entradas durante algunos meses, para luego quedarme en el nuevo sitio, que es más amigable y seguro.

    Los comentarios, sin embargo, sólo estarán habilitados la nueva página y bloqueados en en esta a fin de no distraer la discusión.

    Agradezco a todos los amigos lectores sus palabras de apoyo, su cercanía y, sobre todo, sus oraciones, que sé que fueron muchas, y de peso.

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    Pablo A. Marini, Redimidos. Un itinerario a través deLa Pasión de Cristo de Mel Gibson, Teodicea, Buenos Aires, 2024.

    Ya casi no se hacen en Argentina libros como este: 32 x 22 cm, tapa dura, papel de altísima calidad, profusamente ilustrado y maravillosamente diseñado. Un trabajo editorial que, por sí solo, amerita comprar el libro.

    Y la primera definición que me viene luego de leer el libro es que se trata de una tesis doctoral. Sí, Pablo Marini escribió una tesis sobre La Pasión de Cristo, pero con una particularidad: es una tesis que se lee fácil y apasionadamente, cosa que nunca ocurre con los trabajos académicos que son invariablemente aburridos y escritos pensando en especialistas. 

    El libro tiene 324 páginas y está dividido en dos partes: “Características y logros cinematográficos” y “La profunda catolicidad de La Pasión de Cristo”. En la primera, se analiza la película como obra artística, deteniéndose en las razones que llevaron a Mel Gibson a filmarla, en as fuentes que utilizó, en sus protagonistas —y aquí hace un análisis profundo las figuras masculinas, femeninas y de Satanás—, y en otras cuestiones como la música, el idioma o el “problema” de la violencia. Esta primera parte posee un valor especial puesto que Marini es un experto crítico cinematográfico o, para ser más benévolo con él, una persona que sabe mucho de cine, que sabe en serio y que tiene criterio para hacer evaluaciones y críticas de los films. 

    La segunda parte aborda lo que bien puede denominarse la “teología de la La pasión de Cristo, pues el autor se detiene en cuestiones que son estrictamente teológicas: el papel central del sufrimiento y de la cruz; la triple identificación de la Última Cena, Calvario, Santa Misa; la Madre corredentora; el papel del pueblo judío y la Resurrección. Y también hay que decir que esta parte tiene un valor especial porque el autor se dedicó durante treinta años a enseñar teología en varias universidades del país. Sabe de lo que habla.

    Como ya dije, el libro está ilustrado con un sinnúmero de fotografías, sea de la película, de momentos de la filmación, de obras de arte, etc. Y, además, contiene ¡115! recuadros que explican y añaden detalles interesantes y que, además, están indexados. 

    En fin, que se trata de un compañero muy útil para acompañarnos durante esta cuaresma y, en especial, en la Semana Santa. El libro de Pablo Marini no solo informa e ilustra, sino que también enseña y mueve a la piedad.

    Puede conseguirse en El Club del libro Cívico (Whatsapp +54 11 5262-5040) y en Editorial Vórtice.


    San John Henry Newman, Cuaresma con Newman. Once sermones de cuaresma, Phrónimos. 

    Este libro reúne once sermones que San John Henry Newman predicó durante el tiempo de cuaresma mientras fue párroco de St. Mary the Virgin, la iglesia parroquial de Oxford. 

    Aunque los sermones fueron predicados en diversos años, todos ellos están tejidos en la espiritualidad propia de Newman, en la que une a los episodios evangélicos su propia experiencia de cristiano, y acompaña así a sus lectores en el camino de la imitación de Jesucristo. 

    Un estudiante de la época, Charles Furse, que luego terminó siendo sacerdote católico, relata así la experiencia de escuchar las predicaciones de Newman: "...era como si Newman me practicara una vivisección. Empezaba con los órganos menos vitales, a veces los más alejados, luego atacaba hacia arriba y hacia adentro. [...] Te sentabas, y era todo el tiempo el Buen Samaritano derramado vino en tus heridas -siempre el vino primero, luego el aceite [...]. En más de una ocasión, tras el sermón fui incapaz de entrar en el Hall y me quedé sin cenar" (LD 32, 559).

    Quienes se acerquen a estos Sermones de Cuaresma, aunque no puedan gozar de escuchar la voz serena de Newman en sus oídos, podrán escucharlo igualmente a través de la lectura, y la experiencia, probablemente, sea similar a del estudiante Furse.

    Se consigue en Amazon, en formato Kindle y soporte papel. 


    Claude Barthe, L’Église demain. Pour une vraie réforme, Homme Nouveau, Paris, 2024.

    El P. Claude Barthe es un sacerdote e intelectual ampliamente conocido en los círculos tradicionalista por sus escritos (que son muchos), la claridad de sus análisis y diagnósticos y su permanente actividad en favor de la defensa de la tradición católica.

    En este, su último libro, el autor considera que a comienzos del siglo XXI, la Iglesia católica de Occidente parece haber perdido fuelle, enfrentada a escándalos y grandes divisiones. Y a partir de este diagnóstico, hace un balance de los diversos intentos de renovación y pide a los obispos que vuelvan a poner en pie a la Iglesia dándole el impulso necesario para que se dedique a predicar los caminos de la salvación.

    En los ocho breves capítulos que lo integran, repasa los temas centrales de la Iglesia que deben reformarse, tales como la predicación, la liturgia, el catecismo, la frecuencia de los sacramentos y la formación sacerdotal. Se trata, en el fondo, de una propuesta de reforma anclada en Cristo y no en las políticas y modas del liberalismo, que fueron abrazadas por los obispos luego del Vaticano II.

    Para completar la idea del libro, recomiendo ver esta entrevista al P. Barthe.

    Se consigue en Amazon.


    San Basilio de Cesarea, Consejos a los jóvenes - Carta a un discípulo espiritual, Phrónimos.

    En un mundo saturado de información y carente de verdadera orientación espiritual, San Basilio de Cesarea, una de las figuras más influyentes del cristianismo primitivo, nos ofrece en "Consejos a los jóvenes" y "Consejos a un discípulo espiritual" un faro de sabiduría atemporal. Este libro no es solo un conjunto de reflexiones; es una guía práctica para aquellos que desean alimentar su espíritu con la virtud y el conocimiento.

    En la primera parte, "Consejos a los jóvenes", San Basilio dirige sus enseñanzas a quienes buscan integrar el conocimiento secular con la fe cristiana. Su mensaje es claro: la educación y la cultura no deben ser rechazadas, sino utilizadas con discernimiento, reteniendo aquello que fortalece el alma y descartando lo que la aparta de la verdad. A través de referencias a la literatura y filosofía clásicas, muestra cómo la formación intelectual puede ser un instrumento poderoso para el crecimiento personal y espiritual. En una era donde los valores parecen diluirse en la relatividad, sus palabras siguen siendo una brújula moral para la juventud y todos aquellos que desean construir una vida sobre cimientos sólidos.

    La segunda parte del libro, "Consejos a un dirigido espiritual", nos introduce en la relación entre el guía y el discípulo en el camino de la vida cristiana. Aquí, San Basilio ofrece consejos sobre la obediencia espiritual, el crecimiento en la fe y la importancia de un mentor en el desarrollo del alma. Con una profundidad conmovedora, explica cómo la dirección espiritual no es solo una práctica piadosa, sino una necesidad para quien desea progresar en la vida interior. La humildad, la prudencia y la apertura a la corrección son claves en este camino de perfeccionamiento.

    Ambos textos forman un tesoro invaluable para aquellos que buscan una vida de virtud y sabiduría. No es solo un libro para leer, sino un texto para meditar y aplicar. Cualquiera que anhele una guía espiritual, ya sea joven o adulto, encontrará en estas páginas una fuente de inspiración inagotable.

    Se consigue en Amazon.


    Rubén Peretó Rivas (ed.), Le CIEL sur la terre.Recueil d’études publiées dans les Actes des colloques du Centre International d’Études Liturgiques au XXVe anniversaire de sa fondation, vol. I, Centre International d’Études Liturgiques, Paris, 2023. 

    Desde su fundación en 1994, el CIEL (Centre International d’Études Liturgiques) se ha dedicado al estudio riguroso y académico de la liturgia, buscando iluminar los misterios del culto a través de un enfoque que combina tradición y ciencia litúrgica. Este libro, fruto de veinticinco años de congresos internacionales, presenta una selección de artículos clave publicados en los Actas del CIEL, brindando así una perspectiva única sobre la evolución y el significado de la liturgia en la Iglesia contemporánea.

    El compendio se abre con un prefacio del cardenal Raymond Leo Burke, quien subraya la importancia de devolver la Liturgia al centro de la vida cristiana, recordando que es mucho más que un simple ritual: es el lugar privilegiado de encuentro entre Dios y el hombre. A través de contribuciones eruditas, el lector es invitado a redescubrir la relación entre el culto, la doctrina y la espiritualidad, un vínculo que a menudo ha sido descuidado en los debates contemporáneos.

    En estas páginas figuran grandes nombres de la teología litúrgica: Louis Bouyer, con su reflexión sobre la orientación del altar; Mary Berry, con su estudio sobre la música sacra; Cassian Folsom, explorando los gestos que acompañan la consagración; y Alice von Hildebrand, destacando el vínculo íntimo entre la liturgia y la vida espiritual. A través de estos textos, el lector es llevado a contemplar la belleza y profundidad del rito romano, a comprender sus raíces y a captar su papel central en la transmisión de la fe.

    El libro no se limita a un enfoque histórico o teórico, sino que también aborda cuestiones candentes de la actualidad litúrgica. ¿Cuál es el lugar del latín en la liturgia? ¿Ha alcanzado la reforma posconciliar sus objetivos? ¿Cuáles son los principios fundamentales del canto sacro? Estas cuestiones son examinadas con rigor y precisión, proporcionando a los lectores una visión clara y fundamentada sobre los desafíos contemporáneos del culto católico.

    Le CIEL sur la terre está dirigido tanto a académicos e investigadores como a fieles deseosos de profundizar en su fe. Constituye un recurso valioso para quienes buscan comprender mejor la riqueza de la liturgia y su papel esencial en la vida cristiana.

    Se consigue en Amazon, an ambos formatos.


    Rubén Peretó Rivas (ed.), Le CIEL sur la terre II: Recueil d'études prononcées lors de coloques du Centre International d'Études Liturgiques, vol. II, Centre International d’Études Liturgiques, Paris, 2024.

    El segundo volumen de Le CIEL sur la terre es una obra que reúne una selección de estudios presentados en los coloquios del Centro Internacional de Estudios Litúrgicos (CIEL), ofreciendo una mirada profunda y rigurosa sobre diversos aspectos de la liturgia católica. Continúa la misión del CIEL al fomentar el estudio académico de la liturgia, abordando temas fundamentales desde una perspectiva histórica y teológica.

    A lo largo de sus páginas, el lector encontrará artículos de especialistas que analizan cuestiones esenciales como la evolución histórica de la orientación del altar, la participación de los laicos en la liturgia medieval, la presencia del latín en los ritos occidentales y la teología del sacrificio en la obra de Martín Lutero. Entre los colaboradores destacan personalidades reconocidas como Claude Barthe, Brunero Gherardini, Emmanuel de Butler y Marcel Perès, quienes aportan investigaciones documentadas y reflexiones profundas sobre la tradición litúrgica.

    Uno de los temas centrales de la obra es el estudio del versus populum, es decir, la orientación del celebrante en la Misa y su evolución desde la Antigüedad hasta el siglo XX. Se analiza cómo la arquitectura de las iglesias y las reformas litúrgicas han influido en la práctica celebrativa, desmontando algunos mitos sobre la supuesta "recuperación" de una práctica primitiva. También se profundiza en el simbolismo del altar como centro del sacrificio eucarístico, con referencias a los Padres de la Iglesia y a los principales tratados litúrgicos.

    Otro aspecto clave del volumen es el papel de la lengua litúrgica, con un análisis sobre la primacía del latín en la tradición occidental y las consecuencias de su desaparición en la liturgia moderna. Asimismo, se estudia el impacto de la Reforma protestante en la concepción del sacrificio eucarístico y las respuestas doctrinales del Concilio de Trento.

    Más que una simple contribución académica al estudio de la liturgia, este libro es una invitación a reflexionar sobre la importancia de preservar la riqueza simbólica, teológica y espiritual del culto católico. Para historiadores, teólogos, clérigos y seglares interesados en la liturgia, el libro constituye una obra de referencia indispensable para comprender los debates actuales sobre la reforma litúrgica y la continuidad de la tradición.

    Se consigue en Amazon, en ambos formatos. 


    Rubén Peretó Rivas (ed.), Le CIEL sur la terre. Recueil d’études prononcées lors de colloques du Centre International d’Études Liturgiques, vol. III, Centre International d’Études Liturgiques, Paris, 2025.

    El tercer volumen de Le CIEL sur la terre reúne una colección de estudios litúrgicos presentados en los coloquios organizados por el Centro Internacional de Estudios Litúrgicos (CIEL), una institución de referencia en el ámbito de la liturgia católica. Precedido por un prólogo del Cardenal Robert Sarah, este volumen continúa la tradición de una reflexión profunda y académica sobre la liturgia, su desarrollo histórico y su significado teológico.

    A lo largo de sus páginas, el lector encontrará una diversidad de enfoques y análisis que abordan la liturgia desde una perspectiva histórica, teológica y canónica. Destacadas figuras del mundo académico y eclesiástico contribuyen a esta obra con estudios rigurosos que exploran la evolución de la liturgia y su importancia en la vida de la Iglesia.

    Uno de los ejes principales de este volumen es la concelebración litúrgica, estudiada desde diferentes ángulos, incluyendo su desarrollo en la Iglesia primitiva, su evolución en el rito romano y los debates contemporáneos sobre su significado y aplicación. 

    - El padre Claude Barthe presenta un análisis detallado sobre la “concelebración” del Jueves Santo en la tradición litúrgica lionesa, destacando su conexión con las antiguas prácticas romanas.  

    - El Canónigo Stéphane Drillon, por su parte, examina esta práctica desde la óptica del derecho canónico, evaluando su desarrollo en los distintos códigos jurídicos de la Iglesia.

    Además, el libro incluye estudios sobre:

    - La participación de los fieles en la liturgia y su evolución en la historia eclesiástica.

    - La teología del sacerdocio y su relación con la celebración litúrgica.

    - La transformación de los ritos litúrgicos a lo largo del tiempo.

    Entre los autores que contribuyen a este volumen, destacan:

    - Dom Gérard Calvet, quien ofrece una meditación sobre la importancia de la liturgia en la vida espiritual de los fieles.

    - Manfred Hauke, que profundiza en el vínculo entre la teología del sacrificio eucarístico y la concélebración.

    El volumen también incorpora una valiosa aportación del P. Michael Shami, sacerdote de rito maronita, quien presenta un estudio detallado sobre la concelebración en la tradición maronita, destacando la diversidad de enfoques litúrgicos dentro de la Iglesia católica.

    Por otro lado, el historiador del arte Ángel Pazos López examina el papel del altar en la iconografía medieval a través de varias imágenes, ofreciendo una perspectiva enriquecedora sobre la evolución del espacio litúrgico a lo largo de los siglos.

    La obra se enriquece con la contribución del Cardenal Walter Brandmüller, quien analiza el papel de la predicación en la Iglesia y la relación entre el ministerio sacerdotal y la enseñanza de la fe. Asimismo, el renombrado filósofo Wolfgang Waldstein ofrece un estudio profundo sobre la reforma litúrgica postconciliar, evaluando sus repercusiones en la práctica y teología de la liturgia.

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