La imagen de esta virgen, que se venera en el santuario de su mismo nombre, se trata de una talla sedente en trono bajo, con el Niño sentado sobre su rodilla izquierda, tallada en madera dura, y con un rostro bello de moza montañesa entre risueña y triste.

Cuenta la tradición que se apareció en el monte y pidió que le edificasen allí mismo su santuario, lugar en el que brotó una fuente saludable donde dejó la huella de su pie. El pastor a quien se había aparecido llevó al pueblo la noticia y el deseo de la Señora. El cura pensó que era mejor levantar la iglesia en lugar más cercano a Selaya, y comenzaron las obras con entusiasmo y devoción, pero los materiales acopiados durante el día, eran por la noche trasladados "por la misma Virgen guiando una carreta de bueyes y ayudada por dos Ángeles", al lugar de la aparición. Allí pues, acatando el deseo de la virgen tan manifiestamente expresado, en una alta pradería de la ladera del monte de San Bartolomé de Selaya de Carriedo, rodeada de monte oloroso y exuberante, se edificó el santuario en el que se venera con enorme devoción a esta virgencita carredana, humilde y milagrosa.Así lo cuenta la tradición, porque la historia aún no ha revelado el misterio de su origen. Se sabe que era del Patronato Real, como lo dice un letrero labrado en piedra: "¡Viva el Rey de Castilla, Patrono de esta Capilla! Año de 1678". Gran número de peregrinos se llegaban a Valvanuz, para visitar a la Señora, de tal manera, que en 1702, hubo de ampliarse la hospedería y dar mejor apariencia al camarín presidido por la Virgen. Para cuidar y atender al culto, una beata tenía aneja su casita.Es Patrona del valle de Carriedo, pero tiene gran devoción entre los pasiegos, que solían ir a la romería, con sus preciosos trajes regionales. En el día de su fiesta, de toda Cantabria, incluida Santander, suben sus devotos a saludarla y oír la misa mayor, y a ganar las indulgencias concedidas a lo largo de su historia. Numerosas oraciones, himnos y cantares populares están dedicados e inspirados en esta Virgen montañesa. La despedida triste canta:

"La Virgen de Valvanuz,
aunque se va no la olvido;
la llevo en el corazón,
y su nombre va conmigo..."