Los autrigones (celtas) enseñaron a los romanos el valle de Mena. Les debió de gustar tanto que decidieron hacer la calzada que cruza el valle. Entra por el norte y sale por el suroeste. Ni más ni menos que une el mar Cantábrico con la meseta castellana.
Por el valle pasaron la lana, el trigo, la sal, el vino, el pescado... y digo pasaron porque hasta el momento no se ha encontrado ni una moneda , ni una simple tesela de un mosaico que indique que se asentaron en el valle.

Calzada romana
Los romanos se fueron del valle pero las mercancías siguieron pasando por la calzada romana y en Valmaseda se colocó la aduana, poco despues de concederle el señor de Bortedo (MENES) el título de Villa en 1199 y Alfonso VIII, el privilegio del fuero de Logroño.

Pero un poquito antes de esto, y en la Alta Edad Media, en concreto en el año 800, se funda un monasterio en el término de Taranco, en cuyo escrito aparece por primera vez escrita la palabra "Castilla".
En la época de la repoblación, los foramontanos debieron andar a sus anchas por el valle a juzgar por la cantidad de monasterios que edificaron aunque al día de hoy no ha quedado ni uno.
Sta. María de Siones


Al filo de la historia y continuando con la religión , nos encontramos con dos edificios a cual más bello (las iglesias románicas de Siones y Vallejo).
El templo de San Lorenzo de Vallejo de mediados del siglo XIII y declarado M.I.A. (monumento de interés artístico) destaca por sus grandes dimensiones y la riqueza arquitectónica del ábside con arquería lombarda.
En la iglesia de Santa María de Siones predomina la decoración interior con los edículos y la talla de Santa María. Declarada también M.I.A. y fechada entre finales del siglo XII y principios del XIII.
La iglesia románica de San Pelayo de Ayega (Mena) aunque en ruinas, merece la pena ser visitada para conocer su tímpano y la sencillez de su construcción.
Casi olvidada y muy expoliada sigue teniendo un halo de fascinación (pequeña, recogida, escondida y muy coqueta ejerce una atracción imantada por adentrarse en los entresijos del arte románico).
Hubo varias iglesias románicas como atestiguan ( tímpanos, portadas, sarcófagos, canecillos...).

Pasamos página y nos encontramos con otras construcciones muy singulares y abundantes: Las torres.
En la Baja Edad Media, el valle sufre las luchas banderizas entre los clanes del los Salazar y los Velasco.
Hubo 27 torres, de las cuales quedan 15. Unas en mejor estado que otras.
Es de destacar que en el valle de Ordunte solo se conserva la de Hornes ( en ruinas)
En el valle de Ayega, la de San Pelayo.
En el valle de Angulo, la de Cozuela (habitada) y la de Las Fuentes (solo paredes).
En el valle de Tudela, la torre de La Llana (habitada) y la de Ciella (ahora cabaña para el ganado).
Todas las demás (9 torres) en la cuenca del río Cadagua.

Torre de Villasana

Podemos continuar con la historia de Mena hasta nuestros días pero casi no quedan huellas o ¿debería decir fósiles?.
... Indianos que dejaron su impronta en los pueblos, guerras, periodos de pobreza, de bienestar, la industrialización, el éxodo a las ciudades hasta ahora que, cuando los pueblos se ahogan se les tira el salvavidas del turismo rural. Todo se envuelve con una etiqueta rústica, donde el pueblo es paisaje, bienestar, salud, gastronomía, costumbres ancestrales...
Pero, quien realmente siente el pueblo es aquel que ha nacido y vive día a día en él: sufre cuando se corta un roble que ha visto, desde niño, crecer. Es feliz cuando un camino se limpia y se deja transitable o cuando las fuentes y lavaderos están en buen estado y son útiles o cuando la iglesia se restaura o cuando el ganado está gordo y lustroso en los prados meneses.
Pero, sobre todo, es feliz cuando observa que los meneses se unen para conservar su patrimonio, para mejorar sus pueblos, para ser solidarios con sus vecinos ( esto es tarea ardua).
Convento de monjas de Villasana
Matienzo