Un caballo que cree ser perro y su dueño, un hombre que en su hogar se comporta como una mujer. El primero menea la cola como un chucho, roe huesos, persigue pelotas y quiere que se le saque a pasear con correa. El segundo, que llegado a casa se pone una falda, se pinta los labios y se pone a hacer ganchillo.

Éste es el simple esquema del cuento de la profesora sueca de párvulos, Sra. Pelger. Dirigido a niños menores de tres años persigue que acepten la transexualidad y que normalicen las situaciones más anormales. 

Hacerles ver que un caballo pueda comportarse como un perro les facilitará aceptar que un niño se comporte como una niña. Dice la profesora que tras el cuento les pregunta si los hombres pueden pintarse los labios y llevar falda, a lo que le contestan que sí. Nos quiere hacer creer que los niños están afirmando que eso es bueno, y como no mienten, transmiten siempre la verdad. El empleo de este recurso circular es una falacia evidente, pues si a un niño se le hace creer una mentira, no se puede defender, cuando la devuelva convencido, que se ha convertido en una verdad. Estamos, en conclusión ante tiernas mentes infantiles, a las que se les modifica la natural percepción de la realidad.

Evidentemente ningún caballo por instinto querrá comportarse nunca como un perro, pero se les pinta esa absurda realidad. Es más se les quiere a los infantes hacerles creer que podría serlo, sólo con que el caballo lo quisiese con la suficiente convicción. Por tal camino, ¿si llegaran a pensar que son aves y que pueden tirarse sin daño por la ventana? Mentir a los niños sobre la realidad de las cosas puede causarles graves daños.

Así pues, el cuento de la nociva enseñante, viola la inocencia de los infantes, inoculándoles en sus inmaculadas mentes la semilla nociva de la gender ideology, y aún peor, quién sabe si éste será el método a emplear para fines pedófilos. ¿Y si la confianza de los pequeñuelos hacia los adultos es empleada por éstos para validar sus conductas sobre los mismo niños, justificando la pedofilia? Dicho más claramente: si se les puede convencer para que crean que no hay nada malo en que un hombre se comporte como una mujer, también se les podrá llegar a convencer en que no hay nada malo en que un adulto les toquetee.

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