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Ángel Herrera Oria, periodista y Cardenal
defensor de la doctrina Social de la Iglesia

Este es otro de los grandes campeones que el catolicismo cántabro ha dado a España. Hijo de una familia santanderina acomodada de recio espíritu católico. Fue el número trece de quince hermanos: una mujer y catorce varones, cinco de ellos sacerdotes jesuitas y de éstos, varios misioneros. Él se reconoció como discípulo de don Marcelino Menéndez Pelayo, otro católico cántabro de importancia nacional. Pero tan importante como ese modelo, según creo, fue su formación en un colegio de los jesuitas, al estilo de la que entonces se daba: disciplinada, exigente y moderna. La Compañía de Jesús, la orden científica e intelectualmente más preparada en los siglos XVIII y XIX, fue la que mejor se opuso a corrientes racionalistas, liberalmente exaltadas, marxistas, nihilistas y ateas, enfrentándose con eficacia a todas ellas en el campo intelectual. Esa labor era mucho más necesaria en España, porque la incultura general, sobre todo en las clases populares, hacía un campo más favorable a la penetración acrítica de todas estas ideologías. Los que las defendieron, fuertemente opuestos a la labor de la Iglesia. se organizaron en elites masónicas que para la difusión de las mismas pretendían alcázar altas cotas de poder político. Por ello veían en los jesuitas a los únicos con capacidad para oponérseles. Y también por ello influyeron decisivamente en sus sucesivas expulsiones de España, la última, con llegada de la II República, que enseguida se decantó como laicista y anticatólica.

Su primera labor de propagandística católico la inició al lado de un jesuita, el Padre Ayala. Con él fundo la Acción Católica Nacional de Propagandistas (ACN de P) para presentar en mítines por toda España una férrea defensa de la fe y para la formación en un catolicismo adulto a universitarios y élites sociales.

También su formación jurídica favoreció grandemente sus grandes dotes organizativas. Así pudo fundar y animar multitud de asociaciones y movimientos laicales y religiosos, y finalmente, tras su nombramiento como obispo, favorecerle en el gobierno de su diócesis.

don Joaquín Luis Ortega, actual director de la Biblioteca de Autores Cristianos le define así: "el laico clarividente, el forjador de mentes y conciencias, el sacerdote y el obispo de vida fecunda y fecundadora"

 AñoEvento
1886 Nace en Santander, el 19 de diciembre. Sobresalientes bachillerato en el colegio de los jesuitas de Valladolid y licenciatura de Derecho en la universidad de Salamanca.
1907 Aprueba la oposición al cuerpo de Abogados del Estado y le destinan a Burgos. A los siete meses pide excedencia y se traslada a Madrid
1909 Se doctora en Derecho por la Universidad de Madrid y se licencia en Filosofía y Letras. Funda con el P. Ayala (S.J.) la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACN de P). Es elegido primer Presidente de los Jóvenes de la Asociación.
1911 Director del periódico El Debate. Funda la Editorial Católica.
1926 Funda la Escuela de Periodismo de El Debate.
1933 Abandona la dirección de El Debate. Funda el Centro de Estudios Universitarios (CEU) y el Instituto Social Obrero. Presidente del Comité Central de la ACN de P hasta 1935.
1936 Antes de iniciarse la Guerra civil se marcha a Friburgo (Suiza). Allí, en el Seminario de San Carlos inicia sus estudios eclesiásticos.
1940 Ordenación sacerdotal, el 28 de julio.
1943 Crea en Maliaño una Escuela de Formación Obrera y una residencia para la preparación social de sacerdotes. Coadjutor de la parroquia de Santa Lucía de Santander. Interviene en la fundación de la Biblioteca de Autores cristianos.
1947 El 24 de abril es nombrado Obispo de Málaga. Consagrado el 30 de junio. Promueve la construcción de viviendas y crea escuelas-capilla rurales.
1950 Instituto Social León XIII inicia sus clases.
1961 Inaugura el Colegio Mayor Pío XII.
1965 El 22 de febrero Pablo VI le nombra Cardenal de la Iglesia.
1968 Se aprueban los estatutos de la Fundación Pablo VI que integra como obras propias la Escuela de Ciudadanía Cristiana, el Colegio Mayor Pío XII, la Residencia Pío XI y el Instituto de Cultura Popular y Desarrollo Comunitario y, como obras asociadas, el Instituto Social León XIII, el Instituto Superior de Pastoral y la Escuela de Periodismo de la Iglesia. El 28 de julio muere en Madrid.
FINAL DE LA MONARQUÍA Y PERIODO DE LA II REPÚBLICA

Don Ángel Herrera vivió una época difícil. En su edad juvenil bajo el reinado de Alfonso XIII, se agravaron los antagonismos sociales: en las ciudades, el proletariado, nutrido por familias provenientes de las zonas rurales, pobre, inculto y desarraigado fue fácilmente pasto de ideólogos marxistas que le llevó a estallidos sociales graves, tales como los de 1909 en Barcelona en la llamada Semana Trágica. En el campo, injustas condiciones seculares del campesinado favorecieron el nacimiento de movimientos anarquistas. También estas clases desfavorecidas resultarían perjudicadas con las movilizaciones militares para atender el protectorado de Marruecos.

La Iglesia, en algunos casos, quedó enquistada en posiciones reivindicativas de agravios pasados y anclada en posturas excesivamente conservadoras. Por otro lado, con un clero, en general inculto y sin conocimiento de la doctrina social de Papas como León XIII, no estaba preparado para afrontar los retos de aquella nueva sociedad y no supo evangelizar de modo adecuado a aquellas masas obreras que tomaron el testigo del anticlericalismo burgués del siglo anterior. La acción benéfica y caritativa resultaba insuficiente y Ángel Herrera, consciente de ello, y luchó activa y eficazmente para conseguir la formación de minorías con una atención preferente en el problema social.

El problema regionalista se había cualitativamente agravado, transformado ya en un nacionalismo racista.

La II República, no tampoco resolvió los problemas. Ni el regional, que se perjudicó aún más; ni tampoco el social, al dilapidar las fuerzas que hubieran servido para ello en acrecentar los odios entre los ciudadanos, sobre todo contra la Iglesia, a quien desde una visión miope y sectaria se la hacía responsable de todos los males de la época anterior.

La postura accidelantista de Ángel Herrera le llevó a aceptar la república y a abogar, desde su labor periodística y política, por una leal colaboración ciudadana con ella. Sin embargo, él pudo comprobar como esta postura conciliadora, era rechazada de plano por las radicalizadas izquierdas republicanas que habían llegado al poder (no prosperó la moderación socialista de Besteiro). Ante ese radicalismo sólo podía surgir otro radicalismo de signo contrario que llevó al país a la Guerra Civil (o incivil, según se mire). No fue el momento de los moderados de uno u otro signo.

Fotografía del obispo Herrera
GUERRA CIVIL Y PERIODO FRANQUISTA

La Guerra Civil le halló en el extranjero, ya que en 1935, había abandonado sus labores directivas en el periodismo y su actividad católica laical, disponiéndose a abrazar el estado sacerdotal. Así, poco después ingresaría en el Seminario de Friburgo (Suiza) y en él pasó todo el periodo de guerra.

Vuelto a España como sacerdote, encuentra a un país sumido en plena miseria de posguerra y él se vuelca, en obras de carácter social, primero en su primer destino en su ciudad natal, y luego cuando es nombrado obispo de Málaga, en su diócesis, intentando todo por favorecer la resolución de problemas como el del chabolismo que en las décadas de los cuarenta y cincuenta asolaba a la capital malagueña.

Nada más contrario que deslegitimar al régimen franquista establecido después de una tan cruenta y reciente Guerra Civil. Sin embargo, en su labor episcopal Herrera Oria, aun manteniendo una relación personal con Franco, se permitió alguna libertad de crítica contra el régimen. En una homilía suya del año 1949, es patente la tensión que su actitud de "colaboración crítica" despierta en los propios ambientes católicos: "los católicos que se lamentan de que los obispos, secundando al Papa, hablemos con apremiante insistencia de los deberes de justicia y caridad y defendamos los intereses de los que viven de su trabajo, no solamente proceden como malos católicos, sino que incurren en un grave pecado de insensatez social y política, imposible de disculpar".

Se percibe la participación de Herrera en la Instrucción colectiva sobre deberes de Justicia y Caridad que publicó en 1951 la Conferencia de Metropolitanos.

GUERRA CIVIL Y PERIODO FRANQUISTA
Fotografía del obispo Herrera

La Guerra Civil le halló en el extranjero, ya que en 1935, había abandonado sus labores directivas en el periodismo y su actividad católica laical, disponiéndose a abrazar el estado sacerdotal. Así, poco después ingresaría en el Seminario de Friburgo (Suiza) y en él pasó todo el periodo de guerra.

Vuelto a España como sacerdote, encuentra a un país sumido en plena miseria de posguerra y él se vuelca, en obras de carácter social, primero en su primer destino en su ciudad natal, y luego cuando es nombrado obispo de Málaga, en su diócesis, intentando todo por favorecer la resolución de problemas como el del chabolismo que en las décadas de los cuarenta y cincuenta asolaba a la capital malagueña.

Nada más contrario que deslegitimar al régimen franquista establecido después de una tan cruenta y reciente Guerra Civil. Sin embargo, en su labor episcopal Herrera Oria, aun manteniendo una relación personal con Franco, se permitió alguna libertad de crítica contra el régimen. En una homilía suya del año 1949, es patente la tensión que su actitud de "colaboración crítica" despierta en los propios ambientes católicos: "los católicos que se lamentan de que los obispos, secundando al Papa, hablemos con apremiante insistencia de los deberes de justicia y caridad y defendamos los intereses de los que viven de su trabajo, no solamente proceden como malos católicos, sino que incurren en un grave pecado de insensatez social y política, imposible de disculpar".

Se percibe la participación de Herrera en la Instrucción colectiva sobre deberes de Justicia y Caridad que publicó en 1951 la Conferencia de Metropolitanos.

El Periodismo fue, justamente, el origen de su actividad propagandística y apostólica. Según Olegario González de Cardedal El Debate supuso “la oferta de pensamiento católico cuantitativamente más significativa dentro de los últimos años y el instrumento más eficaz para la renovación el catolicismo español”.

Es verdad que la ACN de P vio pronto la necesidad de creación de un periódico para la difusión de una visión católica de la realidad. En esas estaba también Ángel Herrera, si bien éste nunca pensó que recaería en él el honor de ser su primer Presidente. Del Boletín de la ACN de P de 1951 entresacamos estas palabras suyas: “Había que pensar en un director. Yo ofrecí mis candidatos. Jamás se me había pasado por la imaginación que yo pudiera serlo. Andaba entonces muy absorbido por otros proyectos de carácter académico." Continúa diciendo que fue el P. Ayala y otro propagandista quienes se lo propusieron, pero les costó tanto convencerle que hubieron de recurrir al Nuncio de su S.S. quién le dijo: "acepte, amigo don Ángel, que es servicio a la Iglesia”. No había pues, que dudar. Tomé al día siguiente posesión de mi cargo. De un cargo para el que en absoluto estaba preparado”. Debió ser mucho su esmero pues consiguió que triunfase el periódico católico más importante de la historia española, que de 8.000 ejemplares de tirada inicial el 1911, El Debate en 1931 pasó a 200.000. Además, fundó la Editorial Católica, propietaria de los diarios Ideal de Granada, El Ideal Gallego en La Coruña, Hoy de Badajoz, La Verdad de Murcia y el vespertino Ya; las revistas Gracia y Justicia (Humor) y Jeromín (Infantil) y la agencia Logos.

Para Herrera la dimensión personal de los periodistas y por tanto su virtud y su autoridad moral, públicamente apreciada fue una de sus metas.

En toda esa labor, fue un audaz innovador, yendo incluso contracorriente de las ideas de su época, como por ejemplo, cuando fundó la primera escuela de Periodismo de nuestro país, la Escuela de El Debate, se decía que el arte no se aprende en las escuelas, sino que se lleva en la sangre. Por si faltaba algo, desde el bando izquierdista se decía que aquella escuela era cosa de “fascistas” y para los anticlericales, era obra “de los jesuitas” Pero como ha dicho su biógrafo García Escudero: “Aquella primera Escuela Española de Periodismo educó en la libertad y también en este aspecto, y no sólo en el técnico, es el más brillante antecedente de lo que debe ser la enseñanza de una profesión que en la libertad responsable tiene su razón de ser, su garantía de supervivencia y su grandeza.

En resumen, don Ángel Herrera, como periodista, manifestó siempre un gran amor a la verdad y un gran sentido de responsabilidad en la modernización de la conciencia del catolicismo español.

Su primer destino pastoral fue la parroquia en la que fue bautizado: Santa Lucía, en Santander. Allí ejerció de coadjutor, fundando la barriada pesquera, la Escuela Obrera de Aprendices y la residencia sacerdotal de Maliaño y creando un pujante grupo de jóvenes. En 1944 estuvo detrás de la fundación de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC).

Su labor episcopal la desarrolló en el difícil entorno religioso, social y económico de la Málaga de posguerra, con la menor proporción de católicos practicantes de España (en torno al 40 por 100), un larvado anticleramismo, que tan violentamente se había manifestado en la República, el analfabetismo mayor de España y relacciones sociales en las que los propietarios disponían de la vida y la hacienda de los jornaleros de forma dramática y en resumen, donde la corrupción de la sociedad, adquiría tintes alarmantes. A la resolución de estos problemas Ángel Herrera, ya sexagenario, aportó una larga experiencia política y social; una dedicación apostólica de más de cuarenta años; una notabilísima capacidad de organización; una fidelidad "crítica" al poder constituido, gran preparación intelectual y una generosidad a raudales para con todos.

Su programa pastoral seguía estas pautas: asiduidad en la oración, fomento de las formas de predicación sagrada (homilías, catequesis y ejercicios espirituales), y actividad social en la perspectiva pontificia. Respecto a esto último, la Iglesia, según su ideal, había de contribuir a la instauración de un "orden social justo y estable", en una España que él consideraba una de las naciones más injustas y sin formación en la doctrina social de los Papas, "la quiebra más honda del catolicismo hispano". En sus homilías, arremetía sañudamente contra la oligarquía local y contra la injusta situación del campo andaluz, fustigaba el comportamiento antisocial -y por ello anticristiano- de los propietarios, reivindicaba una necesaria reforma agraria, sostenía la "justificación teológica" del impuesto sobre la renta y el capital, para remediar la injusta distribución de los bienes. Este magisterio era positivamente valorado por los malagueños que que abarrotaban la catedral para oír sus sermones.Y en esta cruzada particular en defensa de la dignidad de la persona humana buscará todos los aliados y apoyos posibles; desde Franco y las autoridades civiles, hasta los católicos adinerados o bien situados políticamente en Málaga y Madrid. Propugnaba asimismo la formación de "minorías selectas", hombres de acción, que no se limitaran a cumplir pasivamente los preceptos de la doctrina sino que demostraran con sus actos la fidelidad a las ideas que profesaran. A esa precisa selección se encaminaría su Escuela Social Sacerdotal (germen del futuro Instituto Social León XIII. También fomentó la creación de la Asociación de Agricultores Pío XII.

Ángel Herrera, tambien consciente de que el chabolismo urbano de Málaga en los años cuarenta y cincuenta afectaba a miles de familias, dedicó también su esfuerzo y su capacidad de trabajo a la solución de este grave problema. Su punto de partida "ideológico" a este respecto era: hay que dar, primero, casa; después, escuela, y, por último, iglesia. Para allegar fondos y mover influencias el obispo pedía el concurso de todos y en todas partes. Un ejemplo: a través del ministro Ruiz-Giménez, y contando con el respaldo de Franco, logró que se pusiera en marcha su proyecto de Escuelas Rurales. Las 200 escuelas-capilla que, en cumplimiento de este plan se construyeron contribuyeron a reducir de forma sustancial el elevado índice de analfabetismo existente en la provincia. Creó el patronato benéfico de viviendas “Santa María de la Victoria”, la barriada obrera “San José de Carranque”, la cooperativa de vivienda “San Vicente de Paúl” y fomentó la formación de maestras rurales.

Aparte de lo dicho, no abandonó su dedicación a la ACN de P.(de 1949 a 1955 fue su consiliario nacional) y a la universidad, pues como decía, quien domine las cumbres, será dueño de la sociedad entera; el día en que se hubiera logrado el apostolado de la Universidad, habremos hecho el de la escuela, y el del instituto, y el de la prensa, y el de la calle...Inspirados directamente en él, los Propagandistas crearon el CEU. En 1951 inauguró el Colegio Mayor de San Pablo y fundó el Instituto Social León XIII, más tarde incorporado a la Universidad de Salamanca. En 1955 intervino en la constitución del Centro de Estudios Sociales de la abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos y en 1958 se le eligió presidente de la Junta de Gobierno de la Editorial Católica, cesando en 1967. En 1960 inauguró la Escuela de Periodismo de la Iglesia y al año siguiente la Escuela de Ciudadanía Cristiana.

Ya cardenal, reunió en la Fundación Pablo VI todas sus últimas iniciativas: el Instituto Social León XIII, la Escuela de Ciudadanía Cristiana, el Colegio Mayor Pío XII, la Residencia Pío XI, la residencia sacerdotal, el Instituto de Cultura Popular y la Escuela de Periodismo de la Iglesia.