• : Los partidos de centro-derecha y derecha

Hasta ahora no ha habido otros partidos de derecha con fuerza electoral comparables al Partido Popular. Pero considerando que el objetivo del PP desde hace décadas ha sido el viaje al centro, y que se auto define por sus dirigentes como partido de centro (a lo más que pueden transigir es a que se les pueda calificar de centro-derecha), hemos de considerar que en España no existen partidos de derecha.

Y mucho menos de ultra derecha, por fortuna excasísimos en la política española, por más violentos y ruidosos que estos sean. O sea, que el panorama español, es que existe una izquierda cada vez más radicalizada, fundamentalista y ultra, frente a un centro, que aglutinando junto a fuerzas ideológicas muy dispares a prácticamente a todas las bases poblacionales de la derecha, se avergüenza de estas últimas bases y es dirigido por los componentes más izquierdistas del partido (socialdemócratas y liberales). El resultado es un Partido de centro escorado cada vez más hacia la izquierda y acomplejado frente a ella. El acomplejamiento es tal que, el rajoyismo imperante en el PP estos últimos ocho años, ha abandonado toda lucha ideológica frente a la izquierda. El PP ya no es defensa ideológica para la población de derecha y centro derecha de España.

El citado análisis ha quedado definitivamente avalado durante los cuatro últimos años en que Mariano Rajoy se ha mantenido al frente del Gobierno de España. Su inmoral lema de que sólo le importa la economía ha sido cumplido a rajatabla. La ideología no ha contado en absoluto para él, que ha rehuido todo combate ideológico. Así, no le ha importado mantener todas las leyes ideológicas dictadas por el anterior gobierno socialista, leyes que, como la del aborto, la ley de la “desmemoria histérica” y la del mal llamado “matrimonio” homosexual, él mismo había recurrido al Tribunal Constitucional y prometido en el programa electoral que le llevó al gobierno, de derogar, tan pronto llegase al poder. Llegado al mismo hemos podido comprobar que de lo dicho, nada de nada. Y eso que consiguió una mayoría absoluta, que no tuvo el nefasto Zetapé, para proclamar tales leyes.

Rajoy ha mentido a los votantes de derecha de su partido. Y los siguió despreciando, cuando facilitó que el criminal etarra Bolinaga pasase tomando chiquitos fuera de la cárcel y entre los suyos los dos o tres años últimos años de su nefasta vida eludiendo en ese periodo la condena que debía cumplir. Más desprecio mostró excarcelando rápidamente a buena parte de etarras, en virtud de una sentencia del Tribunal Europeo, que solo afectaba a una presa de ETA, y de la que si se hubieran querido beneficiar hubieran tenido que esperar a un recurso judicial ante el TE, similar al efectuado por la presa beneficiada por la Sentencia. No ilegalizó a Bildu como también prometió. Expulsó a María San Gil del PP Vasco.

Los nacionalismos separatistas exacerbados y fomentados por el gobierno de Zetapé, sobre todo el catalán al que le aprobó el Estatuto separatista que quisieron, impugnado levemente por el tibio y político Tribunal Constitucional, no han sido frenados por Rajoy. Al discurso nacionalista el PP no ha opuesto, ni en las regiones nacionalistas ni en el resto de España, un discurso nacional español. Cuando tuvo mayoría absoluta para hacer que la Ley se cumpliera en Cataluña, no lo hizo, y hemos llegado que, a final de su periodo de gobierno, el Parlamento autonómico catalán haya declarado la independencia de Cataluña. Ahora, a última hora se recurre al desacreditado Tribunal Constitucional (tribunal de donde las componendas políticas puede más que la Ley). Toda esta política regional, o por mejor decir, falta de política, ha dado como resultado que el PP se haya convertido en un partido minoritariamente residual en el País Vasco y en Cataluña.

Y es que además Rajoy, se ha mostrado sordo a las advertencias de sus electores. Primero, en las elecciones europeas, donde le abandonó buena parte de sus votantes. Después en la debacle de las elecciones Autonómicas y Locales. Tras cada uno de estos fracasos electorales, él no ha hecho nada para variar su equivocado rumbo de gobierno.

En resumen, el PP se ha convertido en un partido amoral, en un mero partido de alternancia, que no ha mejorado en nada el país que desgraciaron los socialistas, esa España, que en palabras de Alfonso Guerra, “no la iba a conocer ni la madre que la parió”. Es el partido que sólo calentará el sillón del poder hasta que lo vuelvan, –por no haber hecho nada para evitarlo–, a tomar los partidos de izquierda. Es un mero periodo de reposo de la izquierda para volver a sus sucesivos avances, cada vez más perjudiciales y destructivos, sobre todo moralmente, para la sociedad española. En estos casos, también creo, desde un punto de vista cristiano, objetivamente pecaminoso votar al PP. Ni siquiera tengo que recurrir a la condena de la despreciable corrupción, de la que también se ha hecho sospechosa la dirección del PP, para descartarle moralmente como partido.

Sólo nos queda Vox, partido que formaron aquellos de los mejores del antiguo PP, que se desgajaron de él cuando vieron su deriva inmoral. Además ha presentado candidaturas en casi todas las regiones españolas. Es el partido patriota e ideologicamente de derecha bien definido (patriota y mejor defensor de la moral cristiana).

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