En política, izquierda y derecha son términos que se remontan a varios siglos atrás, y al parecer obeciendo originariamente a la distinta ubicación espacial que en el Parlamento de Francia guardaban los partidos políticos. Me imagino que entonces los partidos más revolucionarios se encontraban a la izquierda y los partidos más partidarios del Ancien régime se encontraban a la derecha, configurando así la dicotomía entre partidos revolucionarios y conservadores.

En países como España, tras la revolución francesa, los partidos más revolucionarios fueron los liberales y los más conservadores, los tradicionalistas. Con el tiempo, sobre todo a raíz de la creación de los partidos de clase, los liberales que ya habían conquistado una cierta preeminencia cultural y política en el país, se hicieron más conservadores, en el sentido de que vieron que los nuevos partidos revolucionarios que surgían eran proletarios, antiburgueses y anti propiedad. Siguieron conservando, más moderados, sus viejos tics de revolucionarios anticlericales y opositores de la cultura y moral de la Iglesia. No obstante veían que ésta, en su doctrina social mantenía la propiedad privada, baluarte esencial para ellos. Y así, cuando vieron el ataque furibundo de los partidos proletarios al derecho a la propiedad, juzgaron que no les convenía atacar ahora a la Iglesia como habían hecho en el pasado. Pero su anticlericalismo de fondo moral que nunca abandonaron ya había sido heredado por estos nuevos partidos. El anticlericalismo de los partidos socialistas y comunistas se sirvió del material filosófico, cultural y moral anticatólico que había construido el liberalismo. Hoy el liberalismo ya no es izquierda, pues este espacio hoy lo copan los socialistas y los comunistas. Él ha creado para sí una nueva posición partidaria, el centro, desde donde hoy se erige como árbitro salvador de la sociedad política moderna, frente a los demás, todos extremistas rechazables. Es la inveterada “tolerancia liberal”.

Las ideas liberales en España, a mi juicio, no sólo imperan en medios autodeclarados liberales, sino también pervive en buena medida dentro de la propia Iglesia y actualmente tambien subsiste en sus propios medios, a saber, la COPE y el canal 13 que financia la Conferencia Episcopal Española. Eso explica la débil oposición de la Iglesia institucional a los sucesivos gobiernos políticos (de uno u otro signo) que han ido asestando puñaladas cada vez más mortales a la moral de la Iglesia (leyes deterioradoras de matrimonio, facilitadoras del divorcio, educativas, favorables al aborto, de nueva moral feminista, de matrimonio homosexual, etc...). Así se ha producido un mutuo acercamiento, los liberales a la Iglesia Católica, viendo en ella una aliada contra el proletarismo guerrero contra la propiedad privada; y por otro lado, de la Iglesia Católica con el liberalismo, permitiéndo a este que su moral liberal no sea atacada.

Esto se ve muy claro, en las estrategias de los medios liberales y de la Iglesia institucional, que apoyando al PP y Ciudadanos, no dejan de atacar a partidos como Vox, que buscan modos más moralmente cristianos de resolver los problemas sociales de España. No creo, sin embargo, que éste llegue a ser un partido confesional, pero si lo fuera, es posible que muchos de sus votantes, que somos cristianos, lo siguieramos votando.

Un comentarista liberal como Jiménez Losantos, está criticando a mi juicio en demasía a Vox. Sus repetitivas burlas del pin parental propuesto por Vox, el «pin pan pun» de que guasea es sintomático. En su día con bastante razón, exigió que Vox votase la investidura de partidos de centro y socialdemócratas como mal menor ante el gobierno central social-comunista con apoyo de partidos separatistas que padecemos. El apoyo de legislatura, no significa una claudicación al programa prometido a sus votantes, de forma que Vox haya de decir amén a todas las resoluciones y propuestas de esos gobiernos autonómicos y alcaldías en manos de PP y Cs. Ya, bastante hizo Vox, a pesar de ser despreciado por ellos, en apoyarles para que alcanzasen esos gobiernos, pero este partido no gobierna y está obligado a oponerse a estos gobiernos en los aspectos en que se separen o contradigan el programa que prometieron a sus votantes. Es razonable pues, distinguir claramente lo que es un pacto de investidura de un pacto de legislatura. Y eso es lo que Jiménez Losantos se niega a ver. Para él, lo único en peligro es la unidad de España, y por esa razón, se ha de renunciar a toda oposición parcial, aunque sea justificada moralmente, contra estos gobiernos mixtos PP-Cs. Así, cuando Vox defiende el control paternal de las charlas extracurriculares en la escuela, clama Jiménez, como si Vox por perseguir ésto estuviere atentando contra la unidad patria. ¿Será que Jiménez Losantos quiere que los partidos de centro y derecha, actúen como un único partido en todos los aspectos morales y políticos? Entonces sobraría su división partidaria, pues con la existencia de un único partido que los englobase bastaría. Eso ha sido desmentido por la realidad. ¿Alguien cree que si no hubiera surgido Vox, el PP y Cs hubieran llegado al poder alguna vez en Andalucía? Jiménez Losantos no lo cree y, sin embargo, estima que si Vox es fiel a sus promesas electorales, se convierte en enemigo público de la unidad patria. El único frente que es exigible a Vox que forme con la derecha liberal y socialdemócrata contra la izquierda comunista-separatista que nos gobierna, ha de versar sólo respecto al punto de defensa de la unidad nacional. En todos los demás casos, Vox deberá defender lo que ha prometido a sus votantes. Así, por ejemplo, lo hace Cs sin crítica alguna, cuando defiende su postura con relación a la eutanasia en contra de lo defendido por el PP y Vox, y en otros aspectos morales de ideología de género y de «memoria histórica», tanto el PP como Cs, votan al lado de los partidos gubernamentales de izquierda y separatistas. ¿porqué ese servilismo ideológico total, en pro de una unidad del centro-derecha, se exige solo a Vox y no al PP y a Cs?

La responsabilidad de que hayamos llegado a este punto de nuestra historia, no es achacable a Vox, partido recien llegado a nuestra vida política. La responsabilidad la han tenido los partidos de larga vida, y más que todos ellos, los que han ido turnándose en el poder ejecutivo hasta ahora, a saber, el PSOE y el PP. Si hay que dudar de algún partido de derecha para arreglar la crítica situación política española, es del PP, en ningún caso de Vox.

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