Dice el arzobispo de Triestre:

Hoy, no menos que en la República de Platón, los hijos parecen ser del Estado, que los asume en las propias estructuras desde el jardín de infancia, los forma según sus propios programas y, como la Iglesia justamente temía, los aleja sistemáticamente de Jesucristo, hablando mal de Él, o no hablando en absoluto.

Y continúa el citado arzobispo: La escuela parental no es sólo la escuela de los padres, sino que es también la escuela de la Iglesia a través de los padres. Sería un modo para volver al principio según el cual los hijos son de Dios, y no del ministro de educación.

 Sí, efectivamente los niños son expropiados a sus familias por el Estado. Y ahora resumo otras manifestaciones explicativas del arzobispo sobre la materia:

Desde este punto de vista, las democracias occidentales de hoy día no se diferencian de los regímenes totalitarios. El niño es introducido en el «sistema»: es educado por profesores-funcionarios del estado, uniformemente instruidos por la universidad pública y los cursos de formación ministeriales; es precozmente psicologizado por funcionarios del estado, es precozmente sexualizado por esos funcionarios a través de proyectos curriculares inderogables; en lo que respecta a su salud, es examinado desde que está en el vientre materno y, posiblemente, abortado por parte de funcionarios estatales; en su recorrido escolar, se le enseñará a usar los anticonceptivos, incluidos los de «emergencia», y la fecundación artificial para que, a su vez, procree otros niños huérfanos de familia.

Todo esto ha provocado una degradación progresiva en la percepción pública de la dignidad del niño. Los niños son concebidos en laboratorios, fabricados a partir de embriones descongelados; son dados en acogimiento o adoptados por parejas homosexuales; son divididos y objeto de pelea de progenitores divorciados; son comprados, vendidos y son objeto de contratos en la abominable práctica del vientre de alquiler; son objeto de la intervención de la sanidad pública ante síntomas de «disforia de género»; son convertidos en objetos clínicos o terapéuticos ante el primer síntoma de ligera dislexia o hiperquinesia; son entregados al sistema del espectáculo y de la publicidad desde pequeños y los padres los ven por la mañana y los vuelven a ver sólo por la tarde-noche.

EXPROPIAR A LOS HIJOS LOS REDUCE A COSAS.

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