La oferta de la izquierda ante el 20-N. En la tarea de escribir sobre la oferta electoral partidaria para las próximas elecciones del 20 de diciembre comienzo con la izquierda. En ella incluyo, a los partidos de extrema izquierda furibundamente comunista de IU y Podemos, como al PSOE en transición desde una izquierda centrista al extremismo de los anteriores.
Es sabido que los partidos de izquierdas españoles tradicionales (PSOE e IU) siguen un marcado sesgo marxista. El primero, en ciertos periodos se declaró socialdemócrata pero con Zapatero, volvió a su marxismo. El segundo, IU ha sido y es seguidor del comunismo extremista de siempre. En este mimo sesgo ultraizquierdista, mezclado con populismo, se ha incardinado también el nuevo partido Podemos. Merecen consideración aparte tanto UPD y Ciudadanos, que intentan captar un voto de centro izquierda y social demócrata.
De los tres primeros, es evidente, su profundo sectarismo. Prueba de ello, lo partidarios que son la ley de Memoria histórica, esa ley que supone la imposición de una versión ideológica de la historia, defendiendo una maniquea historia de buenos y malos de nuestra segunda república, de nuestra guerra civil y de la larga dictadura que la siguió. Supone un intento, que solo puede ser dañino, de abrir heridas y odios del pasado en el seno de nuestra actual sociedad, que tras la transición a la democracia, había conseguido olvidarse.
Su postura con respecto a la religión, no es aconfesional o meramente laica, sino combativamente laicista en lo tocante a lo católico. Consideran por ello grandes problemas sociales, el concordato con la Santa Sede, la enseñanza concertada y el pago del IBI de la Iglesia. Por ello también fomentan y amparan todas manifestaciones (pretendidamente culturales) anticatólicas y el apoyo, incluso discriminatorio y con fondos y bienes públicos, a otras religiones foráneas mucho más minoritarias. También mucha de su creación intelectual está impregnada de profundo odio a la religión católica, a la que acusan de todos los males españoles.
Salvo UPYD y Ciudadanos, a los partidos de izquierda les caracteriza también su falta de patriotismo, unos defendiendo las derivas secesionistas de los nacionalismos regionales, unos abiertamente defendiendo el eslogan del llamado “derecho a decidir”, y otros, con ambigüedades calculadas, equiparando los excesos nacionalistas con un presunto inmovilismo del gobierno en esta materia, como si no hubiese una Constitución que declarara la indisolubilidad de España y la única soberanía del pueblo español.
Todo esto ya sería suficiente para que un católico y cristiano español no votase a los partidos de izquierda, pero hay mucho más, pues estos partidos han contribuido y siguen contribuyendo a la degradación moral de España, atacando la verdad y la libertad. Con la excusa de la defensa de la enseñanza pública, buscan el adoctrinamiento moral de sesgo ideológico de nuestros niños desde la escuela pública. También en esto, por más liberales, se separarían algo UPYD y Ciudadanos. La libertad de los padres a elegir la enseñanza moral para sus hijos con ellos se ha ido reduciendo cada vez más, y camino lleva de ser conculcada. Lemas para la juventud como la del grosero “póntelo, pónselo”, se favorecieron por ellos desde la escuela en niños y adolescentes, y la cúspide de la educación sexual la cifraron en enseñar el uso de los preservativos. En mi opinión, gran parte, de la falta de consideración social que sufre la mujer actual española deriva de esa educación. La mujer se ha convertido en mero objeto de placer del hombre, y de ahí, el aumento del maltrato femenino que estamos padeciendo. En una visión individualista, el otro no es una persona, sino un ser u objeto al servicio de nuestro placer. El machismo de nuestra juventud deriva de esa educación (desde 1982, regida por leyes socialistas).
Es el hedonismo individualista, de acuerdo en esto con el individualismo del centro-izquierda, del centro y las derechas liberales o hipócritas, el que ha propiciado la consolidación del aborto como la cosa más natural del mundo, incluso en una sociedad que envejece, por no alcanzar la tasa de reposición generacional y con una de las tasas de natalidad de las más bajas del mundo.
La defensa de causas como el matrimonio homosexual, el transexualismo, el fomento de las situaciones de hecho sobre el derecho (reconocimiento jurídico de las parejas de hecho), ha configurado una sociedad profundamente enferma, en la que todo despropósito no solo es aceptado sino alabado. Y como digo, todo esto a mi juicio es un buen caldo de cultivo para que prolifere el machismo, al que dicen combatir los feminismos anticatólicos, con la teoría del género, que precisamente se retro alimentan con lo que dicen atacar. Porque las subvenciones públicas de que viven estos movimientos aumentan en igual medida que, demostrada su ineficacia, aumentan los casos de violencia doméstica y de pareja.
Por lo que se refiere a las cuestiones económico-sociales, la izquierda española está poco preparada. Sigue habiendo mucho marxismo decimonónico y le faltan ideas nuevas. De todos modos no necesita ser creativa. El marxismo y comunismo poco pueden hacer en una economía profundamente mediatizada por Europa. Sin embargo, persiste una idea genérica del empresario como explotador, al que hay, siempre que mirar con recelo, poniéndole continuas trabas a su actuar. Y qué decir del discurso fiscal, eso de perseguir la defraudación fiscal, de hacer pagar más a las grandes fortunas y de disminuir las desigualdad. Discurso vacuo, pues, ¿qué gobierno no va estar por el cumplimiento de la legalidad fiscal y la persecución de la defraudación? ¿Están acusando a los inspectores y funcionarios de Hacienda que son los encargados esa labor y de ser dóciles a impensables presiones políticas para que no la hagan? Y la falacia de que paguen más la grandes fortunas, es una cuestión de cambio de leyes fiscales, que los muchos gobiernos de izquierda jamás abordado. Al final su discurso se traducirá en lo de siempre, a saber, en que nos aumenten los impuestos a los que cobramos una módica nómina. Y es que a mi pagar más impuestos no me importaría incluso aunque me supusiera un cierto sacrificio económico, que ya me supone dados mis menguados ingresos, sino lo que me duele es que mis impuestos vayan al fomento de muchas de las causas inmorales que arriba he deplorado. Que con mis impuestos se paguen abortos, el adoctrinamiento escolar, a asociaciones para la defensa de la “desmemoria histórica”, para defender la teoría del género, etcétera. Y por lo que se refiere al crecimiento de la desigualdad ¿no lo propician ellos con el aumento de desempleo que históricamente han generado los gobiernos izquierdistas? Hacer una sociedad en la que crezca la ocupación laboral por medio de la cual las personas puedan elevarse de su posición económico y social es el mejor modo para reducir la desigualdad.
Por todo lo dicho, para mi resulta evidente que cualquiera que vote a estos partidos, está haciendo algo dañino para la sociedad, y por tanto, inmoral y cristianamente gravemente pecaminoso.
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