Es mi tercer comentario al extenso artículo de France Catholique (en adelante, F.C.) que analizaba las manifestaciones papales en las que cuando un periodista francés hablando del caso del sacerdote de su país masacrado por un islámico, le preguntaba, por qué solo hablaba de terrorismo y nunca del Islam, contestó que el Islam no tiene nada que ver con la violencia.

Ya comentamos en mi anterior artículo como el Papa argumentaba su afirmación con un “Sé cómo piensan ellos, buscan la paz, el encuentro”. Los siguientes hechos se lo confirmaban: el diálogo posterior que tuvo con el gran imán de la Universidad de Al-Azhar de Egipto, el increíble relato que le hizo un nuncio de un país africano de que musulmanes hacía prácticas cristianas en templos católicos y su experiencia de que cuando fue a visitar la mezquita del barrio musulmán PK5 de Bangui, con población civil indefensa amenazada por las milicias cristianas de los anti-balakas, no sólo fue bien recibido sino que el imán se montó con él en el papamóvil. Sopesamos en el artículo anterior, al que nos remitimos, la consideración que estos ejemplos de bonhomía musulmana nos suscitaban.

Ahora tratamos de la consideración que nos ofrece la parte del artículo que comentamos que se titula “Los rechazos heroicos de la violencia”, donde se refieren dos supuestos ejemplos de musulmanes que rechazaron heroicamente la violencia practicada por otros musulmanes. Analicémoslos:

Primer ejemplo, el del joven Faraaz Hossain, de 20 años, en Dacca, en Bangladesh, cuando la toma de rehenes que causó 20 muertos, entre ellos 9 italianos y 7 japoneses el primero de julio. Faraaz Hossain también fue tomado como rehén con dos amigas, Abinta Kabir, de EE.UU., de 19 años, estudiante en la universidad de Emory, musulmana, originaria de Bangladesh, pero que hablaba mal la lengua de su madre y Tarishi Jain, hindú, una estudiante de Berkeley, de 18 años. Siendo musulmán y siendo capaz de citar el Corán en su lengua (Abinta no), hubiera podido salvarse, los secuestradores le dijeron que se marchase: no quiso hacerlo sin ellas. Unos musulmanes supervivientes testimoniaron lo que ocurrió. Murió con ellas, intentando protegerlas hasta el fin de la noche. La nobleza de este rechazo de la violencia, vivida al precio de su vida valdría por sí sola para que no identificáramos Islam y violencia.

Sólo amplío este relato con las palabras que posteriormente dijo el hermano de Faraaz Hossain: "Nuestra madre nos ha criado para respetar siempre y proteger a las mujeres y él (Faraaz) lo hizo hasta el final". Si esto es cierto, se mantuvo con ellas sólo porque eran mujeres y quiso heroicamente ser fiel a las enseñanzas de su madre. A sensu contrario, de haber sido secuestrado sólo con hombres quizá habría salvado su pellejo sin pestañear. Sin embargo, el grupo de víctimas era de 11 mujeres y 9 hombres. Y según dice la noticia él hubiera aceptado la libertad si lo hubiera sido con sus amigas. ¿Y la suerte de las demás mujeres? Además el hecho de ser musulmana una de sus dos amigas, ¿no habría llegado a influir también? En todo caso aquí lo demostrado positivamente no es un rechazo heroico de toda violencia, sino de un sacrificio heroico por mujeres con las que por amistad o religión uno se cree responsable. Lo que ya es mucho de encomiar.

Segundo ejemplo, el caso de este médico palestino que vio dar vueltas de campana a un coche en la carretera de Hebrón a Jerusalén: era el coche de un rabino de una colonia israelí, el rabino Michael Mark. Unos terroristas acababan de dispararle con arma automática. El rabí murió, pero su mujer y dos de sus diez niños quedaron en el coche heridos. El médico palestino iba a orar a la mezquita de Al Aqsa en la explanada del templo, con su hermano. Él se paró y también otro palestino y su mujer. Pusieron a los niños al abrigo en su coche: los terroristas hubieron podido volverse y matarles o secuestrarlos. El médico les cuidó y después se ocupó de la madre herida gravemente. Llegaron unos soldados israelíes. Les gritó que pidieran una ambulancia israelí. La madre se salvará. El médico perderá su trabajo por haber socorrido a judíos. Y el palestino que había aportado los primeros socorros también.

El Dr. Ali Abou Shareh sabía que cumplía con su deber de médico. Rechazó la lógica de los terroristas que no dudaron en disparar sobre un coche en el que viajaba una familia. « Mi esfuerzo es salvar a las personas por lo que son, personas, seres humanos », dice. Fue despedido por haber rechazado la violencia terrorista.


También añado algunos detalles más: cuando el primer palestino trasladó a los niños a su coche para ponerles a salvo pasaron decenas de vehículos que lo amenazaron y le exigieron que dejase de ayudar a judíos. Mientras atendían a la mujer herida pasó también una ambulancia de la media luna roja que no les asistió. Sólo posteriormente cuando llegó el jeep de soldados israelíes, el doctor les reclamó que pidieran urgentemente una ambulancia israelí. Posteriormente, el doctor Abou Shared, pidió a Yochai Damri, jefe del Consejo Regional del Monte Hebrón que ayudara a eliminar cualquier obstáculo que le impidiera recibir un permiso de trabajo en Israel. Esta autoridad comunicó que “Esta semana escribí una carta al ministro de Defensa [Avigdor Lieberman], solicitando ayuda para conseguir un permiso de trabajo para los dos” . Por último, añado que tres días después el asesino del rabino fue abatido en una operación de las fuerzas israelíes y deteniendo a otro terrorista que colaboró con él, Muhammad Majid Amira, miembro de las fuerzas de seguridad de la “Autoridad Palestina”.

Efectivamente, a nuestros ojos los dos palestinos que ayudaron a la familia del rabino asesinado se comportaron con una humanidad encomiable, a pesar de que sabían las represalias que iban a recibir de su propio pueblo.

Prosigue el artículo: Los jóvenes musulmanes tienen necesidad de estos ejemplos que les muestran un camino distinto, otra mirada a la del Islam terrorista.

El ejemplo se enmarca en un conflicto judío-palestino, muy enconado, donde hay una espiral de odio mutuo regado ya con demasiada sangre que va más allá de lo religioso y de la que es muy heroico salir, ya seas judío o palestino. Este ejemplo si llega a los jóvenes musulmanes palestinos, lo será través de su comunidad palestina y será para mostrarlo como un mal comportamiento a evitar, y quienes recibirán alabanzas serán los terroristas que murieron ¿heroicamente? frente a la policía judía. Por todo ello, me pregunto que si para darnos cuenta de lo que hoy es el pueblo palestino nos sirve el ejemplo de estos dos palestinos, o es precisamente la conducta que tuvieron, la menos expresiva de lo que los palestinos son.

Lo mismo puedo decir de la realidad del Islam, ¿pueden determinarla dos casos individuales de humanidad heroica que se producen entre sus creyentes? En más de mil quinientos millones de musulmanes en todo el mundo, ¿qué peso, pueden tener dos casos, doscientos, o incluso dos mil? Dice el artículo que incluso si no hubiese más que uno por respeto a él, no sería posible identificar Islam y violencia. ¿Y porqué no? ¿No pidió Abraham un mínimo de diez justos para no destruir Sodoma? ¿No defiende este artículo un planteamiento práctico, que consiste en el resultado efectivo que esa religión está produciendo en las personas? ¿Porqué hemos de defender el pacifismo intrínseco del Islam y decir que produce gente de pacifismo heroico si dentro del número inmenso de personas que en el mundo tienen esta religión sólo se llegan a citar dos ejemplos y se dan muchísimos casos más de abierta y cruel violencia? ¿Qué es eso de que por respeto a una persona no podamos calificar el posible efecto “negativo” que tiene una doctrina en la generalidad de las personas? Es como si dijéramos que el cáncer es una enfermedad buena porque hay muchas gentes que son inmunes a ella y no la contraen en toda su vida y mueren por otra enfermedad. Entiéndaseme bien, con esto no estoy llegando ahora a la conclusión de que el Islam sea violento, lo que estoy diciendo es que yo no acepto ese planteamiento práctico, sino que para saber su verdadera naturaleza hay que ir a sus fuentes doctrinales.

En mi opinión no es cuestión de número de individuos. Para saber el valor de una religión hay conocer sus fuentes y su doctrina. No se puede conocer el Islam sin conocer a Mahoma, el Corán y los hechos del Profeta que escribieron sus coetáneos y sucesores próximos. Tampoco se puede conocer el Catolicismo sin conocer a Cristo, la Biblia, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia. Así, en este último caso, hoy nadie tendría cabal idea del Catolicismo, viendo la conducta anticristiana de una gran cantidad de católicos alejados de toda trascendencia, que tienen un comportamiento hedonista, individualista y ludópata; y a los que les importa un bledo la Biblia y el Magisterio de la Iglesia, no solo sobre la moral social y familiar, sino sobre la necesidad de la oración y de la vida sacramental. Gran cantidad de Católicos y de otras confesiones cristianas, viven como verdaderos ateos prácticos, o como creyentes a la carta. Cada uno de estos se preparan un menú religioso a su gusto. Si sólo conceptuamos a un católico por su bautismo y no miramos la conformidad de su vida con Cristo y con su Iglesia no llegaremos nunca a conocer el verdadero Cristianismo.

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