Uno de los pilares de una sana sociedad es su sistema educativo. En España la única exigencia de las masas en la calle, debidamente manipuladas, desde sindicatos y políticos de izquierda, es que el sistema educativo sea público. En realidad se pide que esté exclusivamente sometido al poder estatal y que los padres no pinten nada en la educación de sus hijos.

Yo pienso más fundado, en cambio, el empleo del calificativo de público, en la acepción del diccionario de la RAE que indica como “lo accesible a todos”. Desde este último punto de vista, una organización educativa, por más privada que sea su gerencia, si es accesible a todos, entonces es pública y presta un servicio público que tiene derecho a ser reconocido. Pero, repito, la exigencia general de la sociedad entiende lo público como sinónimo de estatal.

Tengo la plena seguridad de que esta exigencia social dominante es no sólo superficial sino totalmente nociva. Intentaré exponer, en éste y otros artículos que escriba, como mejor sepa, las razones en que me baso, por si les sirven a todos aquellos que, de forma acrítica y borreguil, se apuntan a las banderas equivocadas que dominan en la sociedad, o sea, a lo políticamente correcto. En la pancarta de la imagen vemos claramente que tras la demanda de lo público se esconde su fin último, o sea, la imposición de una moral única, la laica, algo hueco y vacío, donde los enemigos de la religión vuelcan sus creencias sectarias.

Uno de los deberes más importantes de los padres es procurar para sus hijos una enseñanza de calidad y respetuosa con la verdad histórica y moral. Eso, estoy seguro, no lo consigue en gran parte de los casos la enseñanza pública ni la actual "privada". Los políticos desde el poder del Estado no deben ir más allá de garantizar una enseñanza elemental y secundaria gratuitas y de calidad para todos. Los políticos que en cada caso ostenten el poder estatal no tienen que convertirse nunca en educadores que desde el poder adoctrinen con sus consignas en la escuela. Esto singularmente ocurre en España con los políticos de izquierda. Una izquierda que lucha por imponer desde la escuela la verdad en la que está convencida, jamás será respetuosa con la educación libre. Frente a esta izquierda sectaria solo tenemos en España unos partidos conservadores, que por el contrario, sin ideales comunes o escépticos de cualquier ideal, casi no se oponen a esta izquierda adoctrinadora. El problema no es que a la larga estos políticos aburguesados perezcan por que una juventud educada (o mal educada) por la izquierda les dé la espalda. Se merecen lo que les ocurra por haberse desentendido de luchar por la libertad de la enseñanza de los jóvenes dejándolos en manos de los pedagogos de la izquierda. El problema es para nuestra propia sociedad, que cada vez será más pobre moral y culturalmente. Si no se enseñan verdaderos principios morales y culturales en la escuela, si ésta se deja en manos de demagogos, surgirán nuevas generaciones no sólo no educadas sino deseducadas, violentas e indisciplinadas. Crecerán los acosos escolares, los comportamientos violentos familiares, las familias desestructuradas, las seudo familias homosexuales, la uniones al margen de la ley, los hedonismos sin cuento, los abortos, las drogas, las ludopatías y tantas otras lacras sociales que arrastran a nuestra sociedad hasta su destrucción.

La educación gratuita y de calidad sí sirve a unos ideales de dar igualdad de oportunidades a los jóvenes, la educación estatal sectaria, por más gratuita que sea, no. Hay que entender que cuando hablo de gratuidad, hablo desde el punto de vista de aquellos concretos padres que carecen de recursos económicos suficientes para costear por sí mismos la educación de sus hijos. Desde el punto de vista del contribuyente, en general, la enseñanza estatal nunca es gratuita. Es más, en España, según he oído a algunos economistas, es muy cara. Carísima si se comparara en relación con la calidad que demuestra conforme con los informes Pisa. Y eso que Pisa no mide la calidad moral de la enseñanza en los distintos países. Si lo midiera, seguramente nuestra calidad sería todavía peor.

Pienso que la enseñanza estatal uniformadora bajo los cánones de ideologías de izquierdas es una catástrofe nacional que más pronto que tarde acabaremos pagando. Aunque la Constitución española diga claramente que “los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”, esto no sirve de nada, ya que esos poderes públicos no sólo no garantizan eso sino que limitan ese derecho de los padres, por ejemplo, proscribiendo la formación religiosa de la enseñanza a los padres que la eligen para sus hijos, e imponiendo, por el contrario, su propia formación moral sectaria, la famosa educación para la ciudadanía. Y esto vale tanto para las escuelas y colegios estatales como para la enseñanza pública de gestión privada (centros educativos concertados).

El centro derecha aburguesado y liberal e incluso la izquierda moderada que milita en el PP, no ha sabido defender la Constitución frente al totalitarismo de la izquierda en materia educativa. Los que queremos que se respete el artículo 27.3 de la Constitución arriba citado, no tenemos valedores políticos. Si hubieran conseguido para los padres al menos el cheque escolar, a estos se les hubiera escuchado, cuando ante una enseñanza estatal totalitaria y sectaria, hubiéramos recurrido a gastar nuestro “cheque” en centros de enseñanza de iniciativa privada, libres de las ataduras de los Conciertos educativos, y con ello hubiéramos hecho alguna presión para que la escuela estatal dejara de ser adoctrinadora. Es más, estoy seguro que además hubiera mejorado su competencia académica, al tener que competir con otros centros no estatales.

Debemos de conseguir unos mejores representantes políticos. Ojalá, cosa que veo cada vez más complicada, que hubiera en la izquierda tradicional, singularmente en partidos de gobierno como el PSOE una conversión hacia la demanda constitucional de respeto a la educación libre que cada padre desea para sus hijos. Ojalá los partidos de centro derecha, liberales, y de centro izquierda, liderados por el PP y el nuevo partido Ciudadanos, con su lucha consigan al menos que el indicado derecho constitucional se defienda por medio del cheque escolar. Sería un gran avance para la educación estatal y privada (todo él sistema educativo público) acabar con los Conciertos e implantar el cheque escolar.

Hasta tanto, yo, como católico, apelo a los maestros y profesores cristianos, que, en la medida de lo posible, creen en sus alumnos espíritus libres, que puedan enfrentarse contra las “falacias de lo políticamente correcto” de las ideologías anticristianas que se están imponiendo en la escuela. La Verdad os hará libres, nos dijo Cristo. Y qué mejor justificación moral para un educador cristiano, bien formado, que predicar la Verdad a sus alumnos. Formaréis hombres libres para un mundo mejor.

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