Hasta la creación de la diócesis de Santander por el Papa Benedicto XIV, el 12 de diciembre de 1754, el territorio de la actual Comunidad autónoma de Cantabria perteneció eclesiásticamente, y según épocas, a cuatro o seis sedes diocesanas. Estas fueron: Oviedo, creada a principios del siglo IX; León, en 856; Valpuesta, probable heredera de Oca, en 802; Palencia restablecida en 1035; Oca-Burgos, 1068-1075, absorbiendo después a Valpuesta; incluso Najera-Calahorra, también absorbente por poco tiempo de Valpuesta, al compás de las fluctuaciones territoriales de los reinos de Castilla y de Pamplona. De todas las sedes antes citadas fue la de Burgos, heredera de Oca y de Valpuesta, la que mayor número de parroquias y fieles tuvo en Cantabria, encuadrándolas en los Arcedianatos de Treviño (Asturias de Santillana) y Valpuesta. El mapa muestra esta situación en el siglo X.
La lejanía de las "Montañas Bajas" o "Partido de Peñas al mar" de la sede episcopal de Burgos se tradujo en continuas peticiones, desde el siglo XVI, de erección de un nuevo obispado. Finalmente, a petición de Fernando VI, Rey de España, el Papa Benedicto XIV, invocando razones pastorales, erigió la nueva diócesis de Santander, segregando de la de Burgos los territorios castellanos, alaveses y vizcaínos desaguando al Cantábrico. Santander, al igual que Calahorra y que Pamplona, fue sede sufragánea del arzobispado de Burgos. Tras el proceso de creación de la diócesis, aparecía de la manera que se muestra en la imagen extendiéndose de oeste a este desde los límites extremos que le marcaban los ríos Deva y Nervión.
Continuación de Historia de la Diócesis