EL PRERROMÁNICO CÁNTABRO: LA REPOBLACIÓN CRISTIANA

Fruto de la fuerte germinación del cristianismo iniciada en Cantabria es la proliferación de una abundante erección de monumentos religiosos románicos en la región. Los primeros vestigios pre-románicos que tenemos proceden de las iglesias de San Fructuoso de Lamiña (Ruente) y de Las Presillas (Puente Viesgo).

De la misma época y muy destacables por su originalidad, existen en Valderredible cuatro curiosísimas iglesias rupestres: Santa María de Valverde, Campo de Ebro, Cadalso y Arroyuelos. Se trata de templos excavados en la roca, lo cual obedecía a razones de seguridad en una zona a la que podían llegar las razzias musulmanas: las iglesias habituales eran mucho más fáciles de localizar y destruir, en cambio las rupestres se mimetizan con el terreno y no pueden ser derribadas... En otros muchos pueblos de la zona existen habitáculos y oquedades que se asocian a esas tipologías (incluido el situado por debajo del monasterio de Montesclaros), constituyendo un interesantísimo conjunto que tiene su prolongación en zonas palentinas y burgalesas próximas, así como en Alava y en La Rioja. También en Cantabria, pero lejos de Valderredible, hay algunos otros casos aislados de iglesias semirupestres: en Liébana la llamada Cueva Santa, próxima al monasterio de Santo Toribio, así como otra cavidad situada en Cambarco; y cerca de Arredondo la pequeña ermita de San Juan de Socueva, del siglo IX, tal vez la iglesia más antigua conservada en Cantabria.

El proceso de repoblación de los territorios cántabros giró en torno a la fundación de monasterios y eclessias (iglesias), que también jugaron un papel protagonista en la transformación da los espacios que rodeaban cada aldea. La roturación de los montes, y su conversión en cultivos, prados o pastos, llevada también aparejada su apropiación, y los monasterios e iglesias pronto se convirtieron en dueños gran parte de los espacios rurales. Además la Iglesia extendió el mensaje de que la cesión de bienes temporales a monasterios e iglesias era una forma de asegurar e cielo, beneficiándose así de donaciones y herencias.

Liébana fue la comarca que registró desde el principio una mayor proliferación de monasterios y ya en los primeros siglos de la Repoblación, llegaron a existir más de 20.