El declive moral de la sociedad española que desde que se inició la democracia ha ido creciendo paulatinamente y sin parar, se está acelerando cada vez más, y hoy lo vemos descollar de la manera más patente. En las elecciones del pasado domingo, la izquierda anticatólica ha tenido un gran triunfo electoral en nuestra sociedad.
Y con ser malo el triunfo de partidos anticristianos y ateos, lo peor no es eso, sino que asistimos al crecimiento de la izquierda más radical y extremista de nuestra vigente democracia. Y lo que es ya el colmo de las desdichas, esa prosperidad de los anticatólicos y ateos, se ha producido porque los que se dicen creyentes no han presentado batalla oponiéndoles firmemente sus convicciones católicas.
Cuantificando el cambio desde las últimas elecciones de 2011, vemos que, aunque el partido socialista haya perdido millón y medio de votantes, el conjunto de la izquierda, ha ganado más de cuatro millones de votantes; y, uniendo sus votos, a los de los nacionalistas, enemigos como ellos de la España de siglos, han alcanzado un total de más de quince millones seiscientos mil. Frente a esto, la derecha y el centro-derecha del PP, en cambio, ha perdido más de 3 millones y medio. Unido su voto a los del centro (entre liberal y socialdemócrata) de Ciudadanos, han alcanzado unos 11 millones setecientos cincuenta votantes. Es decir la diferencia entre los radicales de izquierda y los de derecha, centro y centro-izquierda, es favorable a los primeros en casi cinco millones de votantes. Esa diferencia fue, en cambio, en 2011, de casi un millón a favor del PP y de UpyD frente a los partidos de la izquierda y el nacionalismo separatista. Es decir la situación se ha dado la vuelta por completo. El PP que, en virtud del resultado de aquellas elecciones de 2011, gobernó con mayoría absoluta, ahora no conseguiría esa mayoría de ningún modo, ni siquiera uniéndose a Ciudadanos. Precisamente, por el enanismo de su virtud, la derecha y el centro no han sabido parar el aumento de la peor izquierda, porque han renunciado a pararla desde la moralidad y desde los buenos valores. La lucha moral e ideológica que debía parar el avasallamiento moral de la izquierda, no se ha dado. Y claro, cuando una batalla no se da, siempre se pierde.
Algo positivo, aunque sea mínimo desde el punto de vista cuantitativo, los partidos de derecha católica, ha aumentado en número de votantes, de unos seis mil en 2011 a unos sesenta y ocho mil en 2015. Me diréis que qué importancia puede tener eso frente a los millones de votantes de los grandes partidos. A mí ¿qué quieren? esto me reconforta algo, que existan todavía estos miles de personas que votan conforme a sus convicciones, a favor de la vida, la familia, y los valores sociales y morales cristianos. Me recuerda que podemos, como hizo Abraham, utilizar este pequeño número de justos para orar a Dios por los pecados de esta nación y que no llegue a ella el castigo que como sociedad merecemos. Abraham intentó buscar diez justos para intentar salvar a Sodoma y Gomorra de su castigo. Lastima que no los encontró. Aquí, por lo menos, afortunadamente, tenemos varios miles. También tenemos, todavía para mayor fortuna nuestra, los grandes santos y la sangre vertida por todos los mártires de nuestra historia, y singularmente, los martirizados por odio a la fe católica en nuestra última guerra fratricida. Tengamos la seguridad de que su intercesión al lado de Cristo, nos deportará abundantes gracias para alentarnos a una más sincera conversión cada día. Reflexión aprovechable para este Adviento que ya a las puertas. Pidámosle al Niño Dios que en esta Navidad venga a instalarse en el pesebre de nuestro corazón, para hacerlo más tierno y amoroso. Amén.
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