Sigo mis reflexiones sobre el voto para las próximas elecciones, ahora desde el punto de vista moral, porque en democracia existe una responsabilidad moral en todo ciudadano la facultad de participar en el bien común de su país contribuyendo a elegir las personas más idóneas para su gobierno, encuadradas éstas en partidos que presentan un determinado ideario moral.
También los partidos tienen una historia de fidelidad o no a su ideario moral. El ciudadano cristiano, que sabe que el Bien de Cristo es el bien supremo de los hombres, tanto en su dimensión individual como social, tendría por lógica que creer que, si quiere que su voto sea moralmente bueno, tiene que otorgarlo a las opciones que en su ideario y prácticas respeten las enseñanzas morales de Jesucristo. Esto que es tan claro, en principio, se viene a enturbiar por la deficiente aplicación de la doctrina del mal menor y de los criterios posibilistas y del voto útil.
Dada la imperfección humana, es muy difícil que exista una opción política que sea moralmente perfecta, y por ello, hasta la mejor opción será un mal relativo. Esto da pie para que algunos recurran a la doctrina del mal menor para orientar moralmente el voto. Según escuetamente se ha definido esta doctrina como aquella que propugna que “ante males inevitables, hay que elegir el menor de ellos”.
Se parte del presupuesto de que ninguna opción programática de partido puede ser cristiana al cien por cien. Esa pretendida imposibilidad no es cierta, cualquier partido, si mantiene como propósito atenerse los principios morales cristianos puede elaborar un programa de acción cristiano. Otra cosa es que esos partidos cristianos al llevar a la práctica esos principios puedan equivocarse o errar en su aplicación a casos concretos que suscitan dudas, perplejidades y exigen un estudio profundo. Pero el propósito de seguir a Cristo es lo que hace cristiano tanto a una persona como a un partido político. Y así como existe, y somos mayoría, los católicos que hemos pecado con frecuencia, también hay partidos católicos que yerran en la aplicación práctica de la moral cristiana a las cuestiones sociales que quieren resolver.
La izquierda actual española como dijimos en artículos anteriores defiende abiertamente inmoralidades graves y hace gala de un anticatolicismo furibundo. Por definición propia no son considerables para un católico. El centro y centro-derecha del PP, ha dejado de ser un partido de oposición a la izquierda y a sus inmoralidades ideológicas. Ha renunciado a la ideología. En mi opinión ya es un partido de centro-izquierda. Y para colmo, algunos de sus altos cargos y dirigentes se han manchado en la corrupción. El PP no ha hecho nada para la regeneración moral del país, o por lo menos no ha corregido la tendencia amoral o abiertamente inmoral que la izquierda ha impuesto en la sociedad con sus leyes. El mal moral es el peor de los males de un individuo o de una sociedad, mucho peor que las penurias económicas que puedan sufrir. El PP solo se ha ocupado de la Economía (con frutos bastante pobres) y se ha desentendido totalmente de la regeneración moral de la sociedad. No puede ser tampoco una opción moralmente válida para un católico.
En mi Comunidad Autónoma el único partido de derecha que ha presentado candidatura ha sido Vox. Independientemente de sus tibiezas en algunos puntos defiende en sus programas cosas tan fundamentales desde una visión cristiana como la vida humana y la familia natural, e intenta revertir las situaciones inmorales que las leyes amparan en nuestra sociedad. Tiene, a mi juicio, sus puntos débiles y discutibles, pero no obstante, desde el punto de vista cristiano no contiene la defensa de inmoralidades graves. Yo como católico, creo que es el único que puede ser votado sin remordimientos de conciencia.
Hay quien me dirá que este partido no conseguirá representación alguna, y que, por ello, mi voto será inútil. Que hace falta parar a los partidos “abiertamente” de izquierda, cuya legislación inmoral seguirá avanzando, pudiendo llegar hasta la persecución política y religiosa que se produjo en la segunda república española tan idealizada por ellos. Que hay que apoyar a la única opción moderada con capacidad de sacar representación, como es la del PP. Pero no deberían ignorar que el PP no va a parar nada, ni siquiera su demostrado declive electoral mayor año tras año. Y es que si el PP no procura positivamente leyes moralizadoras de la sociedad, su pasividad, hará que las corrientes desmoralizadoras crezcan en la sociedad, y la sociedad se hará cada mas mala y más inmoral. Un cristiano que se resigne a que su sociedad sea cada vez peor, y se contente simplemente con que ese camino social hacia ese infierno moral se retrase un poquito, no es un verdadero cristiano. Un cristiano verdadero puede ganar o perder, pero nunca debe renunciar a la lucha. Votar a Vox por parte de muchos católicos será eso, patentizar que aunque electoralmente no seamos secundados y perdamos, continuamos, sin embargo, perseverantes en la lucha. Ahí estará la utilidad de mi voto. Me hará sentir que sigo moralmente vivo y en una Iglesia militante.
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