(Hermano de las Escuelas Maristas José de Arimatea)
(* Bustillo del Monte (Cantabria),10-VI-1902 † Ribadesella, 4-IX-1936)
RESTITUTO SANTIAGO ALLENDE ( Hermano JOSÉ DE ARIMATEA)
Profesión religiosa, Hermanos de las Escuelas Maristas
Nacimiento: 10 Junio 1902 en Bustillo del Monte (Cantabria)
Fallecimiento: 4 Septiembre 1936 en Ribadesella, Asturias
Decreto de Martirio: 03/VI/2013 -- BEATIFICACIÓN: 13/10/2013 – TARRAGONA
Nació el 10 de junio de 1902 en Bustillo del Monte (municipio cántabro de Valderredible). Sus padres, Eusebio y Lorenza, modestos labradores, de acendrada religiosidad lo bautizaron al día siguiente en la iglesia de San Martín. Después de Restituto tendrían una hija más, Mercedes.
Resumen briográfico:FECHA | ACONTECIMIENTO | |
25/05/1915 | Con casi 13 años ingresa en el juniorado de los Maristas de Anzuola, Guipúzcoa. | |
24/08/1918 | Viste el hábito de los Maristas con el nombre de José de Arimatea (16 años) | |
25/08/1919 | Primeros votos | |
20/08/1926 | Profesión perpetua (24 años) | |
1919 | Destinado al escolasticado de Anzuola | |
1920 | Actividad docente en Zalla, Vizcaya | |
1923 | Sigue su actividad docente en Bilbao | |
1926 | Regreso a Anzuola de profesor de los jóvenes seminaristas | |
1927 | Trasladado al colegio de los Maristas de Oronoz (Navarra) | |
Feb-jun-1930 | Segundo noviciado en Grugliasco, Turín, Italia | |
Julio 1930 | Destinado a Ribadesella, Asturias para fundar y dirigir el colegio San José con cinco maristas. | |
4/11/1936 | Asesinado en Sama de Langreo (34 años) |
Perfil como persona, como religioso y como educador
Tras su noviciado estudió en Anzuola pedagogía y de otras materias, tanto religiosas como profanas, preparándose para el ejercicio de la docencia sin descuidar su formación musical. En todo ello mostró excepcionales dotes intelectuales y un virtuosismo musical poco común, que cultivó desde entonces con constancia y esmero.
Los relatos de sus biógrafos hablan un temperamento primario, fogoso, huraño e, incluso, arisco y pendenciero, que dificultaba sus relaciones con los demás, incluso con los Hermanos de su comunidad. Sin embargo, se produjo un cambio radical en su conducta a partir de su paso por el segundo noviciado. Debió hacer en él un serio propósito de dominar su carácter, porque desde entonces fue otro en su manera de ser y de actuar. Con todo, a veces, seguía siendo algo brusco al exigir a los hermanos la observancia de las reglas y a los empleados el cumplimiento de sus deberes laborales. Era bondadoso y amable con los niños y con los padres de los alumnos y muy caritativo con las personas necesitadas, lo que le atrajo la estima y el afecto de la mayoría de los vecinos de Ribadesella. Sin embargo, su labor también le proporcionó algunos enemigos, entre los que destacó un maestro nacional, empeñado en cerrar el colegio marista porque era enemigo declarado de la educación católica. Sin embargo, siempre tuvo empeño fraterno en salvar a personas poco religiosas, como fue el caso del joven farmacéutico del pueblo al que cuido con esmero, con ocasión de contraer la tuberculosis, logrando que el enfermo se reconciliase antes de morir con Dios y con la Iglesia.
Quizás el carácter vivo descrito se muestra en el siguiente episodio ocurrido durante la Revolución de 1934, cuando aceptó de un policía una pistola para que se defendieran, y al salir de paseo llevándola cargada, el hermano José de Arimatea llegó a enfrentarse a unos revolucionarios cuando le dijeron:
—Esta noche, vais a ver cómo corre la sangre.
—Y las balas, ahora mismo, si quieres.
Tengamos en cuenta también la responsabilidad de protección que probablemente sentía sobre los cinco hermanos maristas de los que era director, y las circunstancias amenazantes que se cernían sobre el colegio. En todo caso, aunque alguien pueda hallar elementos poco evangélicos en esta conducta, nos muestra sin embargo su determinación y su valentía. El H. José de Arimatea no puede quedarse mudo ante las injusticias del alcalde, por ejemplo, o antes las inmoralidades que se cometen.
Organizó un coro parroquial, para enriquecer y dar solemnidad a las celebraciones litúrgicas, en la que actuaba de organista; gracias al coro, asistían más fieles a la iglesia y algunos que la habían abandonado volvieron a ella. El deseo de la gloria de Dios lo estimulaba, impulsándolo a trabajar con ahínco para asegurar una sólida educación a niños y jóvenes, intentando hacer de ellos unos hombres de provecho y unos cristianos fieles y comprometidos. Desde pequeños, cuando los preparaba para que hicieran la primera comunión, les infundía el amor que él sentía por Jesús sacramentado y los animaba a la misa diaria y a la comunión.
Itinerario martirial
Aparte de las amenazas recibidas de los sublevados de la revolución de 1934, uno de cuyos ejemplos comentamos arriba, otro signo precursor de la inminente persecución fue el apedreamiento de tres hermanos la noche del 26 de marzo 1936, cuando volvían de la casa parroquial. Esa misma noche, la comunidad se despierta con violentos golpes en las puertas. La policía local requiere al director, le presenta una orden de detención y procede a inspeccionar la escuela. A los Hermanos se les acusa de organizar un complot para asesinar al alcalde, de esconder armas, de fabricar gases tóxicos y explosivos. No encuentran nada de eso, pero se llevan a José de Arimatea, su director para que se persone ante el alcalde. El H., con su temperamento fogoso, no deja de reprochar al señor alcalde su credulidad.
El 25 de julio, el pueblo de Ribadesella cae en manos de los marxistas. Hacia la una de la madrugada, un grupo de milicianos irrumpe en la escuela, con orden de detener al director. Sólo le buscan a él y sólo le detienen a él. No molestan a los demás hermanos, les permiten quedarse en casa, e incluso piden al H. Demetrio Ortigosa Oraá, subdirector, que substituya al director.
Lo recluyen en primer lugar en el sótano de la casa del pueblo con otros prisioneros. Al quedar pequeño este local, los trasladan a la iglesia que transforman en cárcel. Hasta el 15 de agosto, para todos, pero especialmente para los sacerdotes y religiosos, la vida es un verdadero calvario de humillaciones y de sufrimientos físicos. Además se sirven de ellos para carga y descarga de un barco mercante llegado al puerto, cuando estaban además debilitados por una deficiente alimentación. El religioso es la víctima preferida de las risotadas y de los insultos de los milicianos.
El 14 de julio, los milicianos separan a trece detenidos, entre los cuales está el párroco de Ribadesella y otros tres sacerdotes de los
alrededores. Los llevan al cementerio y los acribillan a balazos. El día siguiente, una camioneta lleva al cementerio al H. José Arimatea y a otros dos. La elección del grupo ha sido deliberada: el Hermano deberá enterrar a su amigo cura, el segundo enterrará a su hermano y el tercero a su cuñado. El ver los cuerpos cosidos a balazos causa una profunda amargura en el corazón del Hermano; es una herida profunda, pues el Hermano y el sacerdote colaboraban en todo el trabajo de la parroquia.
El 4 de septiembre, suben al Hermano a un camión lleno de otros condenados a muerte. Llegados a la boca de un pozo minero, les atan las manos con alambres y los arrojan vivos al fondo del pozo. Ahí quedan abandonados y mueren de hambre. Los labradores cercanos a ese lugar oyen por las noches gritos espantosos que no les dejan dormir. Según la documentación de la Causa General, se arrojó dinamita al pozo para matarlos (legajo 1338, expediente 2, folios 528 y siguientes).
La señora María Cuevas Vitoreo, cocinera de la comunidad, iba frecuentemente a ver al Hermano a la cárcel. Nos ha dejado este testimonio:
«Yo iba a visitarlo todos los días, y le llevaba ropa y comida. Nunca le oí quejarse de la Providencia, y como yo le animaba y le decía: "Ya verá como sale de aquí", él me respondía: "No, no va a ser así", me van a matar porque soy religioso, pero lo acepto porque es Dios quien me ha elegido. »...En la cárcel, le vi rezar muchas veces. Tenía el rosario, el escapulario y el crucifijo de su profesión. Pocos días antes de morir me entregó el crucifijo para que no lo profanasen. »
Cuando, en octubre de 1937, el ejército de Franco se apodera de Asturias, la Cruz Roja procede a las exhumaciones. Los restos del Hermano son reconocidos por la sotana, las iniciales de la camisa y el escapulario.
El 3 de junio de 2000, los restos mortales del H. José de Arimatea son inhumados en la iglesia parroquial de Ribadesella.
El proceso de beatificación (conjunto con otros religiosos de distintas Órdenes) se inició a finales de los años 90, que finalizó con la beatificación en 2013 en Tarragona.