"Todo reino dividido contra sí mismo acaba por destruirse, y no hay hogar dividido que no acabe por romperse." (San Lucas, 11 -17). La praxis de los partidos mayoritarios nacionales (PP y PSOE)  durante los más de cuarenta años que median desde la firma de nuestro actual texto constitucional hasta ahora, ha llevado a que este texto, sobre la realidad nacional de España que contempla, hoy se haya convertido de facto en papel mojado.

A los partidos indicados, les ha ayudado, una semilla de incongruencia sembrada en la propia Constitución que, a pesar de consagrar como su primer fundamento la indivisible unidad de la nación española, admite en ella el concepto incoherente de “nacionalidades”. Pues esa admisión de una “nación con diversas nacionalidades” fortaleció la dicotomía Estado-Naciones que siempre han usado los nacionalismos separatistas. Según ellos España no era una nación, por más que lo dijera su Constitución: era un Estado represor de las verdaderas naciones que había en su seno, que no podía por menos de reconocer, si bien llamándolas para ocultarlo “nacionalidades”.

A la admisión constitucional del término “nacionalidades” sólo se opuso la derecha de Fraga (Alianza Popular). La otra derecha, la de mayor representación, la centrista, pactista, acomodaticia y franquista acomplejada,(el partido de la UCD), cedió a esa minúscula fisura constitucional con tal de que los nacionalistas “estuvieran cómodos en España”.

Pues bien, aquella diminuta fisura descuidada por los firmantes del texto constitucional, con el tiempo ha llegado a ser una enorme y peligrosa grieta que amenaza hoy con un previsible desmoronamiento inminente de todo el edificio nacional que la Constitución contemplaba.

También ha contribuido de varios modos a la situación actual el sistema autonómico establecido por la Constitución:

1ª.- La Organización territorial autonómica del Estado debió regularse con posterioridad a la Constitución y someterse a un referéndum aparte y distinto al que ratificó la Constitución. La Constitución fue un “trágala” para que junto con la aprobación de unos derechos fundamentales y la configuración orgánica de los poderes de un Estado democrático, se pudiera meter de rondón un sistema novedoso y sin ninguna raigambre en la historia moderna de España como es el sistema autonómico.

2ª.- Para el concreto acceso de territorios y regiones a la autonomía política se favoreció la decisión de los representantes sobre los representados. No se estableció que los Estatutos autonómicos, iniciativa de políticos municipales y regionales, fueran sometidos a referéndum de toda la población de su respectiva Comunidad Autónoma. La creación de las CC.AA. fue un proceso de los “políticos” y no de los “ciudadanos”.

3ª.- Creaba un proceso demasiado abierto, en el que no se dejaba clara constancia de qué competencias serían exclusivas del Estado, cuáles serían exclusivas de las autonomías y, caso de competencias compartidas, de qué modo éstas serían compartidas.

En resumen, el sistema autonómico descrito, abierto a la creación desenfrenada de un número, a mi juicio excesivo de autonomías, fue un catalizador benéfico para hacer triunfar las aspiraciones de los nacionalismos separatistas, pues su reclamación de competencias exorbitantes fue blanqueada por la confusión con la ampliación de las competencias que paulatinamente iban reclamando las nuevas CC.AA. Además, les beneficiaba el divide y vencerás. Sabían que el estado autonómico acabaría alimentando el egoísmo de las regiones en contra del Estado. Y ellos, que eran los primeros, y los más fuertes en la competición territorial pues eran las regiones que del franquismo habían salido más ricas y populosas y con un peso electoral mayor, podrían caminar con más facilidad hasta su separación definitiva de España dentro de su sistema autonómico. En un proceso largo, pero siempre en un mismo sentido favorable a los separatistas, creció y se fortaleció su poder en las autonomías donde existían, dejando limitadas en ellas la presencia estatal a un nivel inapreciable (Guardia Civil, Seguridad Social, Justicia y Ejército). No es descartable que, en breve, con los socialistas en el Gobierno de España gracias a los diputados independentistas, Guardia Civil y Ejército prácticamente desaparezcan del País Vasco y de Cataluña y que se les transfiera la Seguridad Social y la Administración de Justicia. Con ello, el lento proceso de desmembración de España se habrá conseguido. Aparte de ello, Euskadi conseguirá la anexión definitiva de Navarra.

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