No prosperó en España la costumbre de otros países de reunir en un libro los cuatro Evangelios. Las bibliotecas españolas no guardan evangeliarios de la Edad Media. Su lugar lo ocupó, hasta cierto punto, el Comentario de Beato; y, de este modo, este libro atrajo para sí mismo las imágenes que, en otras latidudes, se destinaban a ilustrar los Evangelios. La Iglesia española lo adoptó con esta singular devoción y es significativo, a este respecto, que al principio de las ilustraciones que se le fueron añadiendo aparezcan generalmente las figuras de los cuatro evangelistas. Esto demuestra la voluntad de conferir al Apocalipsis la autoridad habitualmente reservada a los Evangelios.
Este conjunto de dibujos y miniados que ilustran las copias de los escritos de Beato es probablemente la virtud de mayor interés actual. Pero ésto, como creador de la primera escuela de dibujo y miniado medieval español, ya en su época causó admiración y respeto entre los más cultos hombres de la corte de Carlomagno y de toda la Cristianadad. De las muchas copias que se hicieron de los textos de Beato que adornaron las mejores bibliotecas de Occidente, hoy se conservan unas 30 copias originales y es, probablemente, el libro más copiado con técnicas modernas en la actual tendencia de recuperación de antiguos códices.
Las miniaturas que adornan los Commentaria responden a la misma intención didáctica y exegética. M. Mentré ha demostrado que no tienen su fin en sí mismas sino como soporte de una verdad doctrinal y J. Fontaine nota de la misma manera que "cet art n'est pas divertissement mais célébration" (traducción: este arte no es divertimiento sino celebración). Dos siglos más tarde, el Mester de Clerecía con su cruzada pedagógica perseguirá un mismo fin doctrinal y pastoral. Pero hay una gran distinción, pues los Beatos, por ejemplo, no se pueden considerar a través de la mitología de los "terrores del milenio", elaborada posteriormente como acaba de demostrarlo J. Delumeau .Se notan en ellos, al revés, una serenidad y hasta un humor que se vuelven a encontrar, siglos después, en las composiciones de Berceo.